Matahambre: un kilómetro y medio bajo tierra

Redacción Exce…
07 January 2022 2:48pm
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Texto: Rolando Pujol  Fotos: Lynet Pujol

La leyenda histórica cuenta, que por aquella comarca enclavada entre pinares y lomas, los vaqueros, pasaban trasladando ganado desde un punto al otro de Pinar del Río. El lugar, bendecido por la brisa y los nobles pastos, lo hacían ideal para que los ganaderos acamparan para tomarse un descanso y reponerse con algún refrigerio. Así, fue quedando como la parada de “matarse el hambre” y después sólo “Matahambre”, como se le conoce hoy.

Pero resulta que en 1913, en la zona se encontraron indicios de que en su subsuelo había un inmenso yacimiento de cobre, cosa que las primeras exploraciones confirmaron, dando inicio así a una de las mayores sagas de la minería en Cuba.

cobre

La extracción de oro fue la primera actividad económica que se realizó en la isla tras la colonización española. Después apareció el cobre de las Minas de Santiago del Prado, en el oriente del país, que nos legaría también a la Virgen Patrona de Cuba, la Caridad del Cobre. El primer cobre cubano, encontrado en el siglo XVI, sería exportado a España para fabricar cañones y campanas.

En Matahambre, el yacimiento era enorme pero con vetas profundas. Había que escavar bastante hacia abajo. La noticia de que se contrataba mano de obra, pronto se extendió, y al lugar, llegaron peregrinos de todas partes, de las Antillas, de Europa, Estados Unidos y hasta chinos, que andaban por las lomas como almas en pena, sin poder regresar a su patria.

Me contaba hace años, un viejo minero, Quintiliano Miranda, que casi siendo un niño comenzó a trabajar en las minas; que todavía hay decenas de chinos atrapados bajo tierra, en los derrumbes que se producían con frecuencia. Nunca pudieron sacarlos ni vivos, ni muertos.

Matahambre, explotada en sus primeros años, bajo licencia por la American Metal Company  norteamericana, parecía hacia 1930, un pueblo del lejano oeste, sobre el que se levantaban las torres de los elevadores, por donde se sacaba el mineral y bajaban los mineros. Por un lado florecían los bungalós característicos de la gerencia extranjera y por otra, los oscuros barracones de los trabajadores, bohíos y viviendas temporales, de quienes se iban asentando en el lugar.

Una década después, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la mina empezó a producir a plena capacidad, cobre para el esfuerzo bélico de los Aliados. Los túneles verticales comenzaron a bajar todavía más, siguiendo las vetas, rotas a base de sudor, dinamita y taladros, para después subir el mineral a la superficie y ponerlo a viajar 8 km, por un teleférico hasta la planta de beneficio de Santa Lucía, donde también estaba el puerto de embarque. Los buques con mineral de cobre, y ácido sulfúrico, un subproducto del proceso de beneficio,  eran un objetivo codiciado por los submarinos alemanes, que trataban de echarlos a pique.

minero

Las Minas de Matahambre, estuvieron en explotación 83 años. Fueron cerradas en 1997, cuando ya se hacía muy difícil seguir escavando hacia abajo, en busca de las vetas de cobre con mayor calidad. Entonces ya se había llegado hasta el nivel 45, situado a 1 552 metros de profundidad, lo que la convirtió en la mina más profunda de Latino América entonces.

vista

Desde la carretera aún predominan en el paisaje, las torres de los elevadores y la caseta, donde está lo que queda de los enormes motores eléctricos que los hacían funcionar. Un solo operario al frente de una gran pizarra de control, accionaba el sistema con varias palancas. Tenía que estar muy atento a los campanazos de las profundidades, que le avisaban en qué nivel se necesitaban los elevadores, para extraer  las vagonetas o al personal que entraba o salía de la mina.

sistema elevadores

El sistema de ascensores funcionaba como los péndulos de un reloj. Un ascensor bajaba, mientras el otro subía. Si el sistema perdía la compensación, por error del operario, las vagonetas chocaban con la parte alta de la torre. Por suerte nunca sucedió durante los cambios de turno del personal.

Ahora reina el oxido y el silencio en las minas después de 30 años de inactividad. Valga esta nota, para que no quede en el olvido, uno de los capítulos más fascinantes de la historia de nuestro patrimonio industrial. Quizás en el futuro, pueda tener una segunda vida, transformando el lugar en un museo.

oxidopizarramotores

 

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