Cuba y sus celebraciones en fin de año
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Ya se aproxima el fin del año y los cubanos se aprestan a adquirir lo necesario para celebrar el advenimiento de uno nuevo.
Se encienden pequeñas luces de colores para adornar los negocios particulares o las tiendas, y se vislumbran en las casas el tradicional arbolito con adornos alegóricos a la ocasión. Se cubren con trocitos de algodones simulando la blancura de la nieve que -aunque por muchos deseada- nunca tendremos; pero qué le vamos a hacer, vivimos en el trópico y el invierno no es lo nuestro.
Eso no impide que el espíritu navideño se impregne de festejos y se llenen las calles de ofertas gastronómicas y conciertos de música en vivo para el consumo popular. Las familias se reúnen en magníficas cenas donde se comparten las alegrías y las tristezas, los triunfos y las derrotas, la buena vibra necesaria para llegar a tener buena salud y prosperidad para el año próximo.
Así, llega el “mamífero nacional”, -como bien lo apunta el dúo de Buena Fe- a adueñarse de las mesas navideñas. Acompañado con tostones, la yuca con mojo o los platanitos fritos, el puerco llega a ser protagonista de todos los hogares en la isla coronando las maravillosas comidas tradicionales. Se abren botellas de ron o de cerveza, y alguna que otra sidra española, que siempre vienen bien con sus turrones y postres caseros de las abuelas.
En Remedios la cosa sí es en grande. El 24 de diciembre la zona central del país se viste de “Parrandas”. Aquí "carmelitas" y "sansaríes" compiten en un gran espectáculo pirotécnico que es disfrutado por los remedianos y todo aquel que se llegue a esta parte de la provincia villaclareña. La Parranda remediana fue declarada, desde el 2013, Patrimonio Cultural de la Nación, pues tras cinco siglos de historia, sigue ahí, calando en la idiosincrasia cultural como fenómeno popular de la octava villa.
La llegada del 31 se espera con ansiedad y cuando las manecillas del reloj marcan las 12 en punto cobran sentido los preparativos. Por un lado, se escuchan los chapoteos de agua; los cubos son lanzados de forma continua para sacar los malos augurios y atraer las bondades de los tiempos venideros. Mientras, por otro, la maleta de viajes da la vuelta por el barrio de la mano de aquel que aspira a viajar hacia otras naciones, en busca de bienestar económico.
El fuego también se hace partícipe de las festividades. La quema del muñeco se prepara días, en ocasiones meses antes, usando la originalidad en la creación de esta imagen que representará las malas energías y la mala suerte. Todos se reúnen en las barriadas: se besan, se saludan y observan cómo la luminosidad recoge lo viejo purificando el año nuevo.