La pelota: ese espejo de paciencia

alina
16 November 2015 9:03pm

Los célebres pasados enlazan en ocasiones mazmorras espirituales de extensos reproches. Por eso cuando hace algunas horas Cuba vio quebrados sus remos ante un farallón nombrado Corea del Sur en el Premier 12 de Béisbol, el hundimiento anímico afloró.

Entonces a nuestro sentimiento y al de otros miles arribó ese cuento de hadas, en el que con mucho regocijo nos atrevíamos a vaticinar y disfrutar las formidables prestaciones de aquella todopoderosa selección, que entre las décadas del ochenta y el noventa del pasado siglo no renunciaba de aderezar con alegrías millones de corazones en esta Isla.

A muchos ha vuelto a ocurrirnos, solo que como plan devastador. En el Premier 12 la selección cubana transitó entre la euforia, la esperanza y el abatimiento, otra vez fue un vendaval de incertidumbres.

Poco importaba ya que no habitaran en el actual grupo esa constelación de estrellas, pues en la memoria colectiva se acumulan en la actualidad tantas preguntas, como mismo no asoman las respuestas esperadas de los arquitectos de ese modelo de frustración.

No existe conjuro que evite otro viaje emocional a las cicatrices. Ya no vale cruzar los dedos, ni cambiar de sintonía, tan solo por la cábala de que tal vez la voz de la radio o de la televisión es la que origina el hechizo. Entonces asalta nuestra meditación el discreto encanto de que pronto un milagro levantará nuestros ánimos.

A la sazón y con el peaje de los años que llevamos engullendo béisbol, nos agita la melancolía, la alegría y la frustración. Así de inclemente es esa parcela del patrimonio sociocultural, que afortunadamente con su infinita capacidad para inquietar y  revolucionar nos confirma que puede haber vida sobre las cenizas.

En la pelota como espectáculo hoy como siempre siguen habitando los demonios de siempre, listos para desencadenarse y convertir la exactitud en indecisión, el latido firme en tembloroso y la calma perenne en nervios desatados.

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