Una mirada por dentro a la fábrica de H. Upmann

Como parte del programa habitual del Festival del Habano, cuya edición XXV se celebró en La Habana por estos días, participantes y prensa especializada visitaron la fábrica de Habanos H. Upmann, Empresa de Tabaco Torcido José Martí, donde recibieron una clase magistral de torcido del Habano, actividad que desde la pasada edición de este evento se realiza directamente en las fábricas.
Fundada en 1844 por Herman Upmann, un banquero alemán cuya afición por los Habanos lo llevó a establecerse por aquel entonces en La Habana, el majestuoso edificio de fachada azul y cuatro plantas que la acoge, cuenta su historia y reafirma la persistencia en el tiempo de esta marca, ejemplo de los Habanos más refinados, con una fortaleza media en su sabor, y una de las marcas más emblemáticas, cuyas vitolas se elaboran “Totalmente a Mano” con “Tripa Larga”, a partir de hojas procedentes de la zona de Vuelta Abajo, en la región de Pinar del Río.
Durante el recorrido por sus instalaciones, los participantes conocimos las diferentes etapas del proceso completo de la producción de Habanos: recepción, acondicionamiento y clasificación de las hojas de tabaco, despalillo o desvenado, torcido, prensado, anillado, envasado y, sobre todo, el estricto control de calidad, proceso continuo desde el área de preparación de la materia prima hasta el embalaje, y que abarca al 100% de los puros, determinando si la unidad es “fumable”, teniendo en cuenta parámetros como peso, longitud, grosor, consistencia, confección y apariencia externa –se agrupan hasta por los colores buscando la homogeneidad en cada caja.
Despertó un marcado interés en que la fábrica, que cuenta con casi 300 trabajadores, acoge asimismo a estudiantes del oficio, que transitan por diferentes etapas de capacitación y garantizan, bajo la tutela sistemática de experimentados tabaqueros, el futuro y la continuidad de la cultura del Habano, un patrimonio de la nación cubana.
Mailéz Casanova, jefe del área de Torcido, fue quien impartió la clase magistral. Comentó a Excelencias que tiene 30 años de experiencia en el giro, siempre en esta fábrica, donde comenzó pasando el curso de torcedores; “estuve 17 años en esa mesa”, refiriéndose a que en ese lapso fue torcedor a pie de obra, “después fui rotando por diferentes partes del proceso”. Ha trabajado en todos los procesos, y afirma con sano orgullo: “todo lo que he hecho en mi vida se lo agradezco a esta profesión de torcedor, mi familia también lo agradece, y estaré aquí hasta que las fuerzas me lo permitan”.

Se improvisó como aula para impartir la clase magistral, un área de la galera de torcido, corazón de la fábrica, con su mobiliario real. En cada mesa fueron dispuestos un delantal, la chaveta, la tabla de rodar, la goma vegetal (sin sabor ni olor), y todos los tipos de hoja, chicas y grandes, oscuras y claras, finas y gruesas, para la tripa y para la cubierta (capote), requeridas para el mágico torcido “totalmente a mano” de los Habanos.
En la clase, los alumnos, siguiendo al profesor, le quitamos la vena central a las hojas de tabaco, dividiéndolas en dos mitades, cada una de las cuales sería la capa externa de un tabaco. Enseñaron cómo colocar las hojas adecuadamente y cómo torcerlas para conformar la tripa y cubrirlas con las hojas seleccionadas como capote, ayudándose de la goma para apretar el mazo y, luego de conformado el puro, cortarlo con la chaveta para darle su forma final. En este caso, se trataba de la materia prima empleada en el enrollado del Behike 52… pero no es tan simple como parece: aprendimos que este oficio es todo un arte.
Habanos es una Denominación de Origen Protegida y son los únicos puros que siguen elaborándose “Totalmente a Mano”, desde el siglo XVIII. Su estricto sistema de control de calidad es la base que sostiene su bien ganada fama en el universo de los tabacos, el liderazgo en el mercado global y la aceptación de los fumadores.


