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Tradiciones cubanas para recibir un nuevo año

Tradiciones cubanas para recibir un nuevo año

Redacción Exce…
31 December 2025 6:23am
Tradiciones cubanas para recibir un nuevo año

Al caer la tarde del 31 de diciembre, Cuba se sumerge en una noche de rituales, supersticiones y esperanzas compartidas. Más allá de la cena familiar con platos como el arroz congrí y el cerdo asado, los cubanos despliegan una serie de tradiciones para despedir lo viejo y atraer la fortuna del año nuevo. Estas prácticas, un sincretismo de creencias católicas, afrocubanas y populares, son actos de fe colectiva que renuevan el optimismo.

Uno de los ritos más extendidos es vestir ropa blanca, un color que simboliza paz, claridad y renovación. Junto a esta elección, muchas personas incorporan una prenda roja, especialmente ropa interior, para llamar a la pasión, el amor o la buena suerte. Minutos antes de la medianoche, los hogares se movilizan. Un gesto común es barrer la casa de atrás hacia adelante y sacar la basura por la puerta principal, con la convicción de que así se expulsan las malas energías y los resentimientos del año que termina.

Cuando el reloj marca las doce, el estruendo de las campanadas se mezcla con el sonido del agua al caer a la calle. Lanzar un cubo o jarro de agua desde la ventana es una tradición profundamente arraigada. Simboliza la limpieza de todo lo negativo y la apertura a un año nuevo lleno de posibilidades. En ese mismo instante, otros rituales buscan materializar deseos concretos. Quienes anhelan viajar salen a dar una vuelta a la manzana con una maleta bien preparada, como si el viaje fuera inminente. Para atraer la prosperidad económica, muchos colocan un billete dentro de su zapato o pisan sobre él a la medianoche.

El fuego también tiene su lugar en esta noche. En muchos barrios y patios, familias y vecinos queman un muñeco confeccionado con ropas viejas, que representa las dificultades y experiencias negativas del año que se va. Algunos incluso introducen papeles con preocupaciones escritas para quemarlas simbólicamente. Otras costumbres incluyen gestos más íntimos, como pasar un huevo por el cuerpo para una limpieza espiritual y luego lanzarlo a la calle, o sentarse y pararse doce veces a medianoche, una creencia popular entre quienes aspiran al matrimonio.

La mesa no está exenta de simbolismo. Algunos ponen un anillo de oro en su copa para presagiar prosperidad, mientras que otros comen seis uvas verdes y seis moradas con la esperanza de hacer realidad sus sueños. La iluminación también juega su papel, con velas de colores que se encienden para atraer diferentes bendiciones: azules para la paz, amarillas para la abundancia, rojas para la pasión, verdes para la salud y blancas para la claridad.

Estos rituales, que van desde lo colectivo hasta lo personal, no son simples supersticiones para los cubanos. En un contexto marcado a menudo por desafíos, estas prácticas funcionan como actos de resistencia cultural, reforzando la identidad, la cohesión familiar y, sobre todo, la esperanza inquebrantable en un futuro mejor. Así, mientras el último día del año se despide entre risas, abrazos y el humo de un muñeco que se consume, Cuba abraza con resiliencia la promesa de un nuevo ciclo.

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