El Cristo, La Habana a sus pies
¿Qué le parece si hoy hacemos una visita al Cristo Redentor? Sí, nos referimos a esa majestuosa escultura situada a 50 metros sobre el nivel del mar al este de la Bahía de La Habana la cual se ve desde muchos puntos de la ciudad.
Con esa mestiza expresión de su rostro y de sus formas El Cristo de La Habana constituye un símbolo de la capital cubana, considerada la mayor escultura al aire libre realizada por una mujer, la reconocida artista Lilia Jilma Madera Valiente (San Cristóbal, Pinar del Río, 1915- 2000).
Para llegar hasta ese complejo arquitectónico – que no solo incluye al Cristo- podemos realizar una travesía desde el tradicional punto en el Muelle de Luz, en la Avenida del Puerto, la Habana Vieja, en la Lanchita de Regla, medio de transporte más usado por los pobladores; desembarcar en Casablanca y subir por una empinada escalera hasta la cima de la colina. Pero antes de ascender, le sugiero detenernos y disfrutar de este humilde caserío de pescadores, que data desde 1762, cuando la toma de La Habana por los ingleses, y tiene otros muchos encantos además del Cristo en lo alto de una colina llamada también Loma de Casablanca.
Pescadores, carpinteros, patrones de lanchas y estibadores dieron vida con el tiempo a este poblado, dependientes del mar y también de la industria del azúcar y del ferrocarril. Aquí podrá apreciar, por ejemplo, la simbólica primera parada del tren de Hershey, histórico tren eléctrico, reliquia rodante, quizás la única de su tipo en el mundo que aún presta servicio, y que por ello es una importante atracción turística.
Dicho sea de paso, Casablanca fue por estos días de junio uno de los principales escenarios expositivos de la XII Bienal de La Habana. En esta localidad 25 artistas de 17 naciones hicieron de las suyas con su mejor arte y transformaron fachadas, parques y plazas en un esfuerzo por rescatar sus valores patrimoniales.
Pero sigamos nuestro recorrido. Otra vía para llegar al Cristo sería cruzando en vehículo el túnel de La Habana, conexión de ambos extremos de la bahía. Por la llamada Monumental llegaremos hasta la conocida Carretera del Asilo, a un costado del Hospital Naval. Cuesta arriba toparemos con la sede del Instituto de Meteorología, lugar donde en 1908 radicaba el Observatorio Nacional, el cual cuenta con unas 68 estaciones y una red compuesta por ocho radares que dan cobertura a toda la Isla.
El Cristo, inaugurado el 25 de diciembre de 1958, es parte de todo un conjunto arquitectónico que caracteriza la entrada del antiguo puerto de Carenas, descubierto por Sebastián de Ocampo entre 1508 y 1509.
Está situado en un ambiente netamente colonial, a su costado izquierdo están la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, el Castillo de los Tres Reyes del Morro, La Punta y la Real Fuerza, baluartes durante siglos en la defensa de la ciudad de corsarios y piratas, devenidos museos y plazas culturales.
Este Jesucristo de piedra caliza, de unas 320 toneladas de peso, se realizó primero en Cuba, un modelo de yeso con todas las proporciones y después fue preciso llevar el modelo de yeso a Carrara, provincia de Toscana, Italia, donde se encuentran los mejores mármoles estatuarios del mundo.
Tras ser bendecido por el papa Pío XII fue trasladado a Cuba formado por 12 estratos horizontales en 67 piezas, las cuales fueron ensambladas y reforzadas con una armadura de metal que se imbrican en su interior.
Para su confección se emplearon 600 toneladas de mármol blanco de Carrara que le proporciona ese tono blanquecino que a la sombra luce opaca y al sol refracta de manera cegadora.
Este Jesús de Nazaret de pie, mirando hacia la ciudad, vestido con una túnica larga, y pies calzados con unas sandalias, tiene rasgos que no se corresponden con la imagen tradicional del hijo de Dios. De labios con gruesas dimensiones, ojos oblicuos y pómulos sobresalientes, con cierto mestizaje propio de la Isla. Además, la cuenca de sus ojos está vacía, para que desde cualquier posición en que estemos parezca que nos mira fijamente.
Se dice que su autora, al concebir la escultura prefirió que su Cristo recibiera al visitante con la fuerza de la mirada y con la mano en el corazón, por eso difiere de esculturas similares en Río de Janeiro, Brasil; Lubango, Angola, y Lisboa, Portugal, lugares donde Jesucristo aparece con los brazos extendidos.
A cualquier hora del día este es un sitio ideal para contemplar La Habana, deleitarse en los cambios que van transformado para bien a la rada habanera, la llegada de un crucero e incluso poder apreciar la más espectacular puesta de sol. Pero si lo que quiere es contemplar el monumento, el mejor momento es por la noche, justo cuando toda la bahía está iluminada.
Un paseo por estos lugares, puede terminar en grande si nos acercamos a la ceremonia del Cañonazo justo a las nueve de la noche una centenaria tradición de las noches habaneras en la fortaleza San Carlos de la Cabaña, iniciada en el siglo XVIII cuando desde esta propia fortaleza disparaban una salva para anunciar a los vecinos el momento de cerrar o abrir las puertas de la muralla. También se detonaba para anunciar la colocación de la cadena que cerraba la entrada del puerto.
En ese entonces la villa estaba rodeada por una muralla que definía sus límites; de aquella obra quedan algunos tramos en lo que hoy es La Habana Vieja.
Hace más de 300 años que se escucha el cañonazo, el cual también formó parte de una reglamentación militar para los marineros de las flotas españolas. Tiempo después alcanzó un valor de uso social y más tarde devino una tradición, la cual se desarrolla de acuerdo con las prácticas en uso por parte de los ejércitos español y cubano. En la actualidad es foco de atracción turística, se utiliza una fantasía militar que imita la técnica de la etapa colonial.
En contadas ocasiones el Cañonazo se ha silenciado, durante la II Guerra Mundial y la intervención yanqui en Cuba.
En diciembre pasado esta ceremonia fue proclamada Patrimonio Cultural de la nación cubana, en tanto la Fortaleza San Carlos de la Cabaña y el sistema de sistema de fortificaciones militares del cual es parte, junto al Centro Histórico de la Habana Vieja fueron declarados en 1982 Patrimonio de la Humanidad.
Este recorrido bien puede terminar en uno de los restaurantes tabernas instalados en Los Tres Reyes del Morro. Si prefiere una cerveza fría, más en estos días de intenso calor, lo recomendado es darnos un salto hacia la moderna cervecería instalada en el antiguo Espigón de Paula o Almacén del Tabaco y de la Madera, perteneciente a finales del siglo XVIII.
En esta zona podemos apreciar grandes cambios a cargo de las brigadas de la Empresa Constructora Puerto Carena, adscripta a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, comprometida con rescatar valores patrimoniales y ofrecer una visión diferente del entorno.
Entre ellos están la doble vía en la Avenida del Puerto; la remodelación del Edificio de la Aduana; el edificio de los Prácticos del Puerto; el Emboque de Luz (antiguo Cuartel de Bomberos) que servirá de terminal para lanchas en la bahía habanera, el Paseo Marítimo de Paula y la Alameda de Paula.
Museos, restaurantes, cafeterías y bares o centros especializados; como la Casa del Chocolate, El Escorial con sus más de cien recetas de café, o la Cervecería de la Plaza Vieja, son nuevos patrimonios rescatados que se entremezclan con la vida cotidiana de los citadinos y los turistas.