Cuba: Del Ave del Paraíso al aroma del café

alina
26 February 2014 5:47pm
Cuba: Del Ave del Paraíso al aroma del café

Un viaje a las maravillas de la naturaleza y a la secular obra del hombre resulta aquí el ascenso a la Gran Piedra, un lugar paradisíaco que atesora parajes ennoblecidos con la condición de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Se trata del paisaje arqueológico de los antiguos cafetales franceses, diseminados por la franja sur del Oriente cubano, que tiene a la hacienda La Isabelica como foco, por el buen estado de conservación de su ambiente doméstico y vestigios de los procesos agro-industriales de ese cultivo.

Una carretera estrecha y sinuosa, a 23 kilómetros de esta ciudad, asciende hasta el punto exacto que da nombre al lugar, en medio del Paisaje Natural Protegido que a su vez se inserta en la Reserva de la Biosfera Baconao.

Un entorno de privilegio para llegar hasta la mole inmensa, considerada con sus 75 mil toneladas como el peñasco de mayor peso en el mundo.

Impresionante se yergue, a mil 226 metros sobre el nivel del mar, el bloque de brecha volcánica de 55 metros de largo y 25 de ancho, como silencioso centinela que desde las montañas observa al mar Caribe.

Un mazazo al esplendor de múltiples verdores que regala la Naturaleza en estos predios fue sin dudas el de las violentas ráfagas del huracán que hace poco más de un año se ensañó con especial furia en la vegetación circundante, en los cientos de pinos y otros árboles maderables de laderas y estribaciones.

El golpe asestado por Sandy, que dañó también considerablemente las instalaciones del motel homónimo, ha postergado por el momento ese segundo aire reclamado por este emplazamiento natural, cultural y patrimonial que atrae turistas nacionales y extranjeros.

EL ALTO VUELO DE UN AVE COLORIDA

A escasa distancia de la enorme piedra, el jardín Ave del Paraíso reserva a los viajeros una agradable sorpresa: sobre las ruinas de uno de los antiguos emporios de los caficultores franceses, otro, de flores y plantas ornamentales, colma los ojos.

Un pequeño colectivo de trabajadores vela por ese tesoro vegetal, el cual tiene como mayor y exótico atractivo la flor alada que le da nombre. Una notable variedad de especies crece allí a fin de abastecer la comercialización de adornos florales en la ciudad y la confección de estos para ofrendas y celebraciones diversas.

El musgo forra como alfombra verde los muros y los otrora secaderos sirven como enormes canteros, en una suerte de estampa de la actualidad abonada por un pasado secular. El vergel se extiende laderas abajo y recibe frecuentes visitas de amantes de la biodiversidad y el equilibrio ecológico.

Las temperaturas frescas que prevalecen en estas serranías y un favorable régimen de lluvias beneficia la vitalidad de los plantíos, un valor agregado a los encantos de un entorno ya de por sí exuberante y singular.

DE LAS ENTRAÑAS A LAS NUBES

Al inicio del camino hacia la Gran Piedra, la Estación Sismológica de Río Carpintero, una de las primeras instaladas en Cuba y parte de la red del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas, escudriña cada día las entrañas de la tierra en pos del registro de movimientos perceptibles o no para la población.

Si esto ocurre al comienzo del recorrido, al finalizar, el radar meteorológico que corona las elevaciones remeda un ojo avizor que vigila el comportamiento de la atmósfera por estos lares y reporta para todo el país y la región sus observaciones.

De modo tal, la ciencia y la técnica aportan lo suyo en estos parajes de la geografía cubana, cuyas características geológicas y morfológicas propician una especie de laboratorio distinguido por la presencia del mar Caribe a lo largo de la franja costera.

Otras instituciones científicas santiagueras, como el Centro Oriental de Ecosistemas y Biodiversidad (Bioeco) tienen a estos predios en la mira de sus indagaciones y no es raro toparse en el ascenso con grupos de adolescentes que realizan expediciones como parte de la educación ambiental.

MALONGO Y LA FRATERNIDAD

Aunque distantes de la Gran Piedra y diseminados por esta geografía sur-oriental, las huellas de decenas de enclaves cafetaleros franceses se empeñan en perdurar a contrapelo del tiempo y los embates naturales.

Especialistas de la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC), la Facultad de Construcciones de la Universidad de Oriente y la Cátedra de Estudios Franco-cubanos y Caribeños Montaigne-Montesquieu continúan las investigaciones sobre esta impronta y sacan a la luz elementos nuevos.

Tal es el caso del cafetal Tres Arroyos, ubicado en Las Guásimas, en las cercanías de la playa de Siboney, donde resaltan la utilización de la cal como material principal en las construcciones y un diseño diferente en sus áreas.

La hacienda Fraternidad, enclavada en Ramón de las Yaguas, es una prioridad en los esfuerzos por preservar ese legado e impulsar el proyecto Los Caminos del Café, que contará con el respaldo de la fundación Malongo, radicada en Francia, y la Unión Europea, bajo el liderazgo de la OCC.

Por lo pronto, ya están remozadas varias cabañas del motel La Gran Piedra y la vegetación va recobrando los variopintos matices de su verdor. Así, estos valores naturales, culturales y patrimoniales podrán convertirse, en fecha no muy lejana, en un significativo destino del turismo cubano.

Periódico Sierra Maestra

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