Auténtica Sancti Spíritus cumple 500 años

alina
28 May 2014 4:53pm
Auténtica Sancti Spíritus cumple 500 años

El próximo 4 de junio se cumplen 500 años de que el Padre Las Casas ofreciera un sermón en una villa recién fundada por Diego Velázquez junto a un afluente del río Yayabo. Esta fecha fue la escogida para celebrar desde hace siglos la creación de Sancti Spíritus. Como en toda ciudad antigua, en ella abundan las tradiciones, leyendas, secretos por sacar a la luz; personajes, calles y edificios de inolvidable encanto. Los espirituanos sienten orgullo de ese legado y trabajan para preservarlo.

Esa mañana, ¿o sería la tarde?, de 1514, luego de un azaroso viaje atravesando los montes de la Sierra de Guamuhaya, un pequeño grupo (la historia no recoge cuántos españoles e indios, ni edad ni sexo) descargó sus escasos bártulos sobre la sabana, en lo alto de una elevación, junto a un afluente del Zaza.

Exhaustos y algo temerosos debían estar para escoger tal emplazamiento, equidistante dos kilómetros de los ríos Zaza y Tuinicú (luego Tuinucú), donde supuestamente abundaba el oro; en la decisión influyó el hecho de que allí podían avistar y hacer frente a un posible ataque de los nativos.

Al menos eso afirman los investigadores; entre ellos Luis Olmo Jass, arqueólogo de la Sociedad Espeleológica de Cuba, quizás la persona que más sepa acerca de la fundación de la villa del Espíritu Santo. No obstante, ni él ni los más ilustres historiadores del territorio han podido determinar el día exacto.

A falta de un documento que lo consigne, los espirituanos han adoptado como fecha fundacional el 4 de junio, día en que el padre Bartolomé de las Casas -según relata él mismo- ofició por primera vez una misa en el caserío, a instancias de Diego Velázquez, quien se encontraba presente. Olmo aclara que este no es el llamado Sermón del arrepentimiento, ofrecido por Las Casas con posterioridad y en el cual renuncia a las tierras e indios que le habían asignado.

Ocho años resistieron los españoles en el asentamiento. Pero el terreno era muy poco fértil y el agua escaseaba. En 1522 los pobladores se trasladaron a la margen izquierda del río Yayabo, donde hoy podemos ver la Iglesia Parroquial Mayor de Sancti Spíritus. A partir de entonces el nombre de Pueblo Viejo pasó de generación en generación, mientras se borraba del recuerdo su localización exacta.

Misterio develado

Cinco centurias después, especialistas del Centro Provincial de Patrimonio y miembros del grupo Samá, entre ellos Olmo y Orlando Álvarez de la Paz, arribaron a la granja Managuaco. Seguían las huellas de Javier Sanzo y sus colaboradores, quienes en 1991 habían explorado las tierras del campesino Tomás Pérez y, tras encontrar evidencias de la presencia de indios y españoles en el siglo XVI, manifestaron que allí podía haber estado el sitio fundacional primigenio.

Indagaciones realizadas años después en la mencionada granja -y en las orillas del Tuinucú-, antecedieron al 5º Taller de Arqueología Aborigen y Colonial, que develó en fecha reciente el tesoro escondido en Pueblo Viejo.

Álvarez de la Paz refiere: “Hallamos evidencias muy importantes de contacto y transculturación entre indios y españoles: cuentas de mayólica (los aborígenes tomaban fragmentos de platos de ese material, los redondeaban, perforaban y usaban como adornos), un cierre de libro del siglo XVI empleado como colgante, botijuelas, herraduras de caballo, clavos de herrar”, entre otros. “Que este es el sitio fundacional fue comprobado, incluso, por expertos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana”.

María Antonieta Jiménez Margolles, Historiadora de la Ciudad, ofrece datos sobre el devenir de la villa hasta el siglo XIX: “En el nuevo asentamiento la iglesia fue colocada sobre el punto más alto; permaneció de guano y tabla que en 1612 la reconstruyen con materiales más sólidos. La nave actual data de 1680, excepto la cúpula, que es posterior. Alrededor se levantaron casas de embarrado, de tapial (tierra apisonada), o de adobe (ladrillos sin cocer), unas con cubiertas de guano y otras techadas con madera y tejas”.

Según la investigadora, ya a finales del XVII la existencia en el poblado no era tan pobre como asevera la historiografía tradicional. El desarrollo ganadero y el contrabando de cuero y carne salada, por la costa sur, generó cierta riqueza que motivó ataques de corsarios y piratas; y permitió erigir, en 1690, la Ermita de la Vera Cruz, después la iglesia cuyos restos aparecieron bajo el Parque Serafín Sánchez.

No obstante, diversas trabas frenaron el avance económico de la región. “En 1765 sus embarcaderos (por ellos salía y entraba el contrabando) fueron cerrados y se obligó a los espirituanos a embarcar sus mercancías en Trinidad, a 18 leguas de distancia.

Como consecuencia, disminuyeron la emigración blanca y el comercio; el desarrollo azucarero se retardó. Durante el XVIII también estaba vigente el estanco del tabaco, renglón que había sido una fuente de riqueza de la zona desde la centuria precedente. Finalmente el monarca español aprueba la apertura de un puerto en Tunas de Zaza, en 1803, pero este carecía de las condiciones idóneas.”

Alguna bonanza a la localidad trajo el siglo XIX. “Cuando el trinitario Valle de los Ingenios se arruina, muchos hacendados azucareros invierten en Sancti Spíritus. Eso impulsó la industria azucarera, aunque asevera Manuel Moreno Fraginals que en la época de mayor apogeo la producción de esta localidad no pasó de dos por ciento del total nacional. Es decir, la ganadería y el tabaco siguieron teniendo un papel importante.

“Este período constituye el siglo de oro de la cultura espirituana. Si bien hubo una escuela en 1763, ahora van a existir varias. Afirman que cuando el obispo Espada y Landa viene de visita eclesiástica, a principios de la centuria, lo reciben con una orquesta de cámara. Después habrá otras y se tocarán retretas con frecuencia.

“Son décadas de esplendor urbano; en 1755 solo existían 104 casas de ladrillo y tejas, en 1850 el número ascendía a mil 200. La Plaza Mayor, la del Recreo, la de la Caridad y la de Jesús Nazareno se hermosean. Es instalado el alumbrado de gas. Los caminos mejoran y viene el ferrocarril. Por las condiciones demográficas y urbanas de Sancti Spíritus la corona española le concedió el título de ciudad en 1867; ya le había otorgado el escudo de armas en 1822”.

Lo sucedido desde entonces hasta hoy, en los ámbitos económico y social, no cabe en tan pocas páginas. Solo es posible incluir la respuesta de María Antonieta Jiménez Margolles a una pregunta inevitable: ¿cómo ha llegado la ciudad a su aniversario 500, qué valores todavía atesora y qué es necesario recuperar?

“Habría que conservar lo auténtico en las construcciones, esos inmuebles del siglo XVIII que evolucionan en el XIX y en el XX reciben la influencia del eclecticismo, pero mantienen la esencia de sus componentes. En cuanto al trazado urbano, el centro de Sancti Spíritus no ha perdido lo característico de siglos anteriores: sus manzanas irregulares, sus calles tortuosas. Es nuestra obligación conservar esto. Por lo general, el espirituano ama su ciudad, sus construcciones antiguas, y hace por preservarlas”.

Con la División Político Administrativa del país, el 10 de octubre de 1976 Sancti Spíritus se convirtió en capital de la provincia homónima. Su centro histórico fue declarado Monumento Nacional exactamente dos años más tarde.

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