Segunda Vida Para El Retrete De La Condesa

Rolando Pujol
31 March 2021 8:19pm

Quienes caminan por la calle 21, en el Vedado habanero, y pasan por la cuadra ubicada entre las calles 8 y 10, no pueden hacer más que dejarse llevar por la colección de inodoros viejos, grandes y antiguos lavamanos o bidets y otros “tarecos”, convertidos en jardineras o floreros; piezas recicladas y devenidas obras de arte.

Los inodoros, rellenos de tierra y sembrados con flores espinosas, despertaron mi curiosidad por el contrasentido: las espinas, los inodoros y el uso que le damos a estos últimos.

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Imágenes del Jardín de William en 21 y 8, La Habana

 

Con el tiempo, la colección fue creciendo y ganando terreno en el parterre de la cuadra, ahora también custodiados retretes y lavamanos, por inquietantes máscaras, druídicas, africanas o extraterrestres; cuestión de interpretación.

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Imagen del Jardín de William en La Habana

 

Completan el conjunto, máquinas de escribir y de coser, piezas y otros “trastes” que formaron parte de algo ya venido a menos, pero retornados con la articulación simbólica del arte.

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Imágenes de Segunda Vida, el Jardin de William en La Habana

 

Conocimos a los autores de todo este emprendimiento, que resultaron ser William Agüero y su socio Aramís, un joven instructor de arte, de una escuela cercana, actualmente cerrada por el coronavirus.

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Aramis, el instructor de arte, entre máscaras y otros "trastes" del Jardín de William

 

“Yo empecé todo esto hace unos cuatro años – me contó William – para darle un poco de animación y cultura a la cuadra, que estaba con los latones de basura desbordados y los viejitos jubilados dando vueltas, sin saber dónde aterrizar. Se me ocurrió hacer como un parquecito y empecé con dos inodoros que habían tirado en la esquina, con los que hice los primeros asientos.

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“Algunos jodedores del barrio se rieron cuando vieron a los viejitos descargando, sentados en los inodoros, como si fuera una tertulia en las termas de Pompeya. Pero hasta el propio mentor del jardín, le cogió el gusto a salir a pintar al aire libre, apoltronado en un inodoro que habilitó para su uso personal.

William posa junto a una de sus piezas (1)
William posa junto a una de sus piezas

 

“Me encanta el mío porque tiene estilo – dice el artista-  lo trajimos de una antigua casona del Vedado. Lo sustituyeron por uno moderno comprado en MLC, de esos que parecen el asiento de una nave espacial. De nada le sirvió haber sido el inodoro de una condesa. Cuando se tupió lo botaron…”

Le pregunté por qué les había sembrado flores espinosas a algunos muebles sanitarios, y me respondió que esos eran para “las malas vistas”.

“Este rinconcito comunitario le ha gustado a casi todo el mundo, - comenta William- algunos pasan caminando y se inspiran a hacer algo parecido en su barrio. Otros que viven por aquí cerca, lo ven feo y nos critican. No se dan cuenta de que a las cosas que el tiempo puso feas, les estamos dando una segunda vida…”

William posa junto a una de sus piezas (2)
William posa junto a una de sus piezas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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