En Blanco y Negro: ARTES DECORATIVAS, MAGIA EN UN MUSEO DE CUBA
Un peregrinar por los museos de La Habana, nos lleva ineludiblemente a un encuentro casi mágico con el Museo Nacional de Artes Decorativas, que tiene por sede un palacio de arquitectura extraordinaria, ubicado en la intercepción de las Calles 17 y D en el Vedado.
La maciza y elegante mansión perteneció a María Luisa Gómez Mena, Condesa de Revilla de Camargo, miembro de una de las familias más ricas y aristocráticas de la época en Cuba. El edificio fue construido entre 1924 y 1927 por encargo de José Gómez Mena, hermano de la condesa.
Fruto del coleccionismo de María Luisa Gómez Mena este palacete se engalanó con piezas de los artistas y manufacturas más reputados de la época. Las porcelanas de Sèvres, Meissen y Worcester. La cristalería de Baccarat, Murano y Bohemia, los candelabros de Clodion, la refinada orfebrería inglesa, las maderas laqueadas, las alfombras de Aubusson, y un suntuoso mobiliario, formaron parte de la decoración interior de la casa para deleite de sus invitados.
Los Condes de Barcelona, la Duquesa de Alba, los Duques de Windsor, o bien la escritora Dulce María Loynaz y su esposo Pablo Álvarez de Cañas, estuvieron entre ellos y se vieron reflejados ampliamente en la crónica social y las publicaciones periódicas de aquel entonces.
Convertido en Museo Nacional de Artes Decorativas el 24 de julio de 1964 el célebre palacete es uno de los más conocidos y valiosos del país. Los fondos de este museo atesoran en sus salas y almacenes 33 mil obras de gran valor artístico e histórico.
Fotos de Rolando Pujol, tomadas antes de la pandemia de la Covid-19
