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Cuba curiosa: Fumando con los Espíritus

Rolando Pujol
28 January 2021 8:47am

En el piso de la modesta vivienda enclavada en uno de los sectores urbanos más humildes de La Habana, cerca del Parque Trillo; hay un hombre joven tendido boca abajo, Néstor, que después de los saludos de rigor se presenta como la persona que va a ser “montada” por los espíritus de los difuntos, que esa tarde serán convocados por los vivos para hallar solución a los problemas terrenales más mundanos.

Néstor, el médium, comenta que cuando su cuerpo sea poseído y caiga en trance va a estar sometido a una enorme tensión y que por eso antes de la ceremonia necesita tirarse un poco en el suelo a relajar y cargarse de energías positivas. Nos explica que además de santero, está rayado en palo, o sea es practicante del culto religioso conocido como Regla de Palo Monte, de origen congo, que trabaja con las fuerzas de la naturaleza y las energías espirituales de los difuntos que se concentran en diversos objetos de los tres reinos: animal, vegetal y mineral; colocados en una olla ritual, la nganga, que contiene, entre otros elementos, tierra del cementerio (donde están los difuntos), tierra del monte (donde viven los espíritus), tierra de bibijagua (para que “camine”), huesos de animales fieros y hasta restos de seres humanos, que si es la “Kiyumba” (cabeza de un muerto) pues mejor...

En una esquina de la habitación se haya el altar, cubierto por una fina tela amarilla, color que simboliza la presencia de Ochún, Oricha que apadrina y brinda protección a la casa. También resaltan varios objetos que simbolizan a otros dioses del panteón yoruba y santos cristianos que son adorados por igual en un fenómeno religioso que se ha dado en llamar sincretismo, por los etnólogos.

Sobre un estante, fuentes soperas, con un elaborado decorado de collares hechos con cuentas y cauries, guardan los fundamentos que le dan autenticidad, autoridad y poder a la casa-templo y al anfitrión. A los pies de la silla que oficiará de trono para el médium, hay una “empaca”, un cuerno de res cargado con algunos atributos de la nganga y que con su poder le dará fuerzas a Néstor para salir airoso de la dura y estresante faena de ser montado por los muertos.

Al filo de las tres de la tarde la pequeña sala está colmada de personas que, de pie, tratan de aliviar el calor sofocante del lugar abanicándose con cualquier lo que sea que tengan a mano. Los músicos acaban de llegar portando un güiro y los dos cajones barnizados, especialmente elaborados, con una pulida superficie para acompañar con sonidos de percusión, los rezos, invocaciones y alabanzas que se cantarán en la ceremonia. Con humo de tabaco y soplos de ron se purifican todos los instrumentos consagrados.

Felo, el oriaté de la casa templo, invita a los presentes a realizar en el altar una ablución de limpieza espiritual en una palangana que contiene aguas perfumadas y pétalos de flores blancas, después un toque de polvo blanco de cascarilla completa el acto de protección contra malas influencias y espíritus oscuros que puedan afectar a los presentes durante la ceremonia.

Comienza el culto

Néstor da inicio al culto, leyendo una larga oración propiciatoria con la que pide a los santos benevolencia y buenos augurios para el desenvolvimiento del acto espiritual que está por comenzar. Los creyentes le acompañan a coro en una parte de las oraciones, se persignan, rezan el padre nuestro católico y acto seguido rinden tributo de respeto a los orishas africanos en un singular acto de simbiosis religiosa.

Hecho esto el médium se sienta junto al altar, sin camisa, prende un tabaco, destapa una botella de ron, observa a todos y hace una señal a los músicos para que entonen los cánticos y los toques de cajón que harán descender al espíritu. Un muñeco vestido de blanco, a la usanza de los negros esclavos del siglo XIX y una muñeca, blanca ella, vestida de azul, como Yemayá, representan a Francisco y Mercedes, los dos muertos que esta tarde van a ser invocados.

Los creyentes se unen en coro a los músicos, el sonido de los cajones es fuerte y rústico pero melodioso, el moreno que entona los cantos lo hace en el antiguo dialecto yoruba de los ancestros africanos que se ha conservado y transmitido de generación a generación. Felo, el babalocha y padrino de todos los creyentes en el lugar, baila en el centro del coro sin ningún atuendo especial, con jeans y camiseta roja.

Baile inicial: el padrino y los presentes

Un cambio en la expresión del rostro de Néstor marca el inicio de la posesión, se incorpora y comienza a caminar arrastrando un pie, en pocos segundos su cuerpo joven se transmuta y estremece como si le cayeran muchos años de golpe, la cara se le transforma con expresiones de dolor, de angustia, de desafío, con pasos cortos comienza a seguir el ritmo de los cajones, su baile se hace cada vez más enérgico.

La danza es casi fiera, masculina, de guerrero. El ambiente del cuarto se siente cargado, caliente, denso y fatigoso. Los vivos siguen al muerto en su danza, pero con movimientos contenidos, para no quitarle protagonismo. Abruptamente cesa la música y Francisco, el espíritu haitiano recién llegado, mira a través de los ojos de Néstor, con un aire socarrón y desafiante, todos esperan con expectación lo que va a decir…

“Nsala malekun…”, saluda el espíritu a los presentes…, estos responden: “Malekum nsala”… y abraza a algunos de sus viejos conocidos e invocadores de sus servicios como concejero espiritual. Se toma un buche de ron y le da una “patada” al tabaco. “Tengo que bembetear con tu, tu y tu…” señala Francisco a varios de los presentes. Concentra su atención en un moreno joven y bajito que está junto a la ventana, que trata de poner una cara de inocente, cuando el espíritu le espeta: “Tu tá en lio grande, tu tá metio con mujer de otro pantalone, ¿e verdá o no…?” “Tu también tiene que dejá a gente mala que etá contigo”, “Tu tiene enemigo grande, con cicatrí en espalda”, “Tu etá fumando (marihuana), eso no e bueno…” “Deja eso, separa de esa gente, si no sigue consejo, “cabo e´ronda” (la policia) te lleva en uno, uno, uno, uno…” Francisco cuenta con los dedos los días que le faltan al joven para caer preso o buscarse un gran problema con el marido de la mujer que pretende conquistar.

El muerto se toma otro buche de ron y aspira el tabaco,  y se vira hacia otro de los presentes “Tu tiene cosa aquí…” y le señala para el bajo vientre, “y duele pito cuando mea… tiene pelota así de grande…” “Si, Francisco, ya fui al médico, es un cálculo”, le responde el interpelado. “Pero tú tiene pelota que se va a curar y también va a tener dinero, con una cosa que tu etá haciendo por otro país, que se va a dar y aquí también cogiste dinero con otra cosa…”, Francisco lo mira con mirada pícara y el hombre se sonroja al ver que el muerto le rebela ante todos su futura prosperidad, cosa que no conviene pues puede despertar envidias.

A una mujer rolliza que está junto a la puerta, Francisco le aprieta la barriga y le dice: “Tu trae muchacho ahí… es del negro que tenía pito así – separa sus manos casi medio metro- y que te dolió…” Todos se ríen con la descarada revelación del espíritu.

Después se suceden otras revelaciones sobre salud, dinero, asuntos pasionales, justicia, viajes, enemistades, brujerías, consejos espirituales y religiosos, todo en un ambiente muy coloquial, a veces con seriedad otras con risas; Francisco pide música de cajón a ratos y se le complace, invita a todos a bailar y cantar con energía, se molesta incluso si los bailadores andan lentos.

En el frenesí de la danza toma por los brazos a una mulata de glúteos prominentes y la hace bailar con él soltándola en trance y contorsiones de poseída.

El muerto saluda y habla a los niños 

Cuando se calma el ambiente, el espíritu, llama hacia el altar a una niña la besa y le vaticina un futuro próspero y un carácter muy fuerte y al otro niño, le vaticina su futuro como médium y santero de altos quilates, para lo que deben prepararlo sus padres.

Néstor vaticinando el futuro de la niña

Baila de nuevo y se abraza con fuerza a un jovencito, que se emociona al saberse bendecido también con el don de su padre. Es el hijo de Néstor, quien en el futuro deberá oficiar  como médium.

Néstor y su hijo

Cuando la botella de ron casi está por el fondo el padrino le pide licencia a Francisco para que abandone el cuerpo un rato y deje entrar a Mercedes, el otro espíritu que será invocado para que aconseje a su protegida que está envuelta en un serio dilema, pues está residiendo fuera de Cuba, casada con un extranjero, pero su verdadero amor está en La Habana…

Es el turno es Mercedes 

Mercedes montada en Néstor

Le colocan un pulóver a Néstor para preservar el pudor de Mercedes, suenan de nuevo los cánticos y los cajones que llaman la presencia de su espíritu y ésta entra de manera rutilante, en el cuerpo de Néstor, con las manos en la cintura, soltándose el pelo y con cara de gozadora impenitente. Felo le brinda en una jícara su bebida preferida: crema dulce de plátano, Mercedes, un espíritu que dice ser “criolla” y que habla en un buen español, bebe un sorbo y después le brinda hacia uno de los percusionistas, mientras le dice: “Tu te pareces al negro que me violó y me mató con tres puñaladas…” Luego se ríe y extiende la jícara al grupo, “Ahora que tomen todos los hombres…”

La protegida de Mercedes, le abraza, la besa y bailan juntas un poco para después escuchar lo que la muerta le va a decir: “Lo que tu quieres, mi vida, lo tienes que resolver con inteligencia, el hombre que te rompe el coco es este flaco que está aquí y tu te lo quieres llevar, pero allá donde tu vives ahora, también estás suelta y puedes tener grandes problemas…” “Mercedes, por favor, ya no hables más aquí”, le suplica la mujer antes de que la lengua del espíritu la siga comprometiendo en público. La conversación sigue a puertas cerradas en la habitación colindante.

Cuando salen, la mujer se ve satisfecha. Mercedes, se contonea con donaire y sensualidad hasta ocupar su lugar junto al altar. El santero le pide licencia para que deje regresar a Francisco, y el espíritu de la mujer se despide lanzando besos y carcajadas, al son de los cajones.

Francisco pide su botella y su tabaco, se estremece un poco y vuelve a entrar en sintonía con la ceremonia, repartiendo más consejos, regaños y reafirmando la autoridad y veracidad de sus palabras, diciendo “los muertos no dicen mentira…”

Poco antes de las seis, hora en que por la tradición y la seguridad espiritual de los presentes debe terminar la ceremonia, se le pide a Francisco licencia para que abandone el cuerpo y se vaya por un camino de luz. Francisco pide “bembetear” con dos personas más y después comienza el toque final de despedida, una mujer sostiene un cubo de agua y en la medida en que el muerto se separa del médium, cae en trance violento, se retuerce con el cubo que derrama parte de su contenido. La empujan hacia la puerta, mientras le gritan “¡suéltalo, déjalo que se vaya…!” finalmente la poseída tira el agua por la puerta hacia fuera, y cae desfallecida entre varios brazos que la sujetan.

Néstor, cae también inconciente por unos momentos, hasta que poco a poco va recuperando el aliento. “Dame acá un poco de ron - le dice a Felo- que desde que esto empezó no he tomado nada…”

Espíritu abandonando el cuerpo de Néstor

 

 

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