Maravillas de La Habana: Necrópolis de Colón, un monumento vivo

alina
18 February 2015 10:12pm
Maravillas de La Habana: Necrópolis de Colón, un monumento vivo

La cotidianidad del Cementerio de Colón, en el corazón de la capital cubana, refuerza la valía de ese monumento nacional, cada vez más vivo, por los que visitan el lugar a rendir tributo a sus seres queridos y quienes allí van atraídos por la belleza sin igual del peculiar sitio que atesora valiosas obras de arte, en un jardín de flores, rodeado de flamboyanes y bajo un sol radiante.

 Mitos y leyendas de grandes batallas patrias e historias de amor encierran este camposanto, con más de 56 hectáreas y unas 53 mil propiedades asentadas, el cual es considerado el mayor de América, y el tercero de importancia mundial, tras el Staglieno de Génova, en Italia y el de Montjuic en Barcelona, España.

   La majestuosa portada Norte, semejanza escultórica  del arco de triunfo, con una altura máxima de 22,5 metros y 34 metros de largo es la puerta principal de la necrópolis y en ellas se ven representadas por tres esculturas las virtudes teologales de la caridad, la fe y la esperanza, y a sus pies en el mismo bloque de mármol una breve leyenda en latín: "Janua Sum Pacis" ("Soy la Puerta de la Paz").

   El ático está coronado con un conjunto escultórico -elaborado en Italia por el escultor cubano José Villalta Saavedra con el universalmente conocido mármol de Carrara, apreciado por su blancura y extraído de las canteras de los Alpes Apuanos, de Carrara, municipio italiano de la provincia de Massa-Carrara, en la región de Toscana. 

   Piedra de gran valor, que junto a granitos y pizarras, colman por doquier en forma de figuras arquitectónicas esculpidas este espacioso recinto sagrado.

   Desde la entrada al lugar, en la Capilla Central, destacan la pintura mural El juicio finalrealizado por Miguel Melero, primer director que tuvo la Academia de San Alejandro, en La Habana.

   El panteón Familia Aguilera, con la obra La Piedad, de la escultora Rita Longa (1957) es otra de las obras allí expuestas.

   Tras la clausura del cementerio del Vedado (1847), de la  necrópolis del Cerro (1860),  en Ciénaga, en el camino hacia Puentes Grandes; la de Jesús del Monte, la de los Molinos, en las inmediaciones de la estancia de ese nombre, y la de Atarés, en las faldas del castillo (1868) se imponía el levantamiento de un nuevo sitio de enterramientos, sobre todo más espacioso para la creciente ciudad.

   En 1870 se dispuso del nuevo terreno, e incluso existía el consenso necesario para el nombre que debía llevar -Cristóbal Colón- en honor al navegante genovés descubridor de América, en particular Cuba y La Española (República Dominicana y Haití), casi cuatro siglos antes (1492).

   El 12 de agosto de ese año la Junta de Cementerios dio a conocer las bases del concurso para la sección del proyecto, jurado que estuvo presidido por el ingeniero Francisco de Albear, autor de los planos del acueducto habanero.

   De siete propuestas resultó ganador el proyecto presentado por el arquitecto español Calixto de Loira bajo la premisa: “La pálida muerte entra por igual en las cabañas de los pobres que en los palacios de los reyes”.

   Aunque solo quedó en el intento porque el cementerio desde su concepción estuvo marcado por el realengo y la clase social.

   El 30 de octubre de 1871, con la colocación de la primera piedra, quedaron formalmente inauguradas las obras, impregnadas durante siglos de la indudable raíz latina de la cultura cubana y un culto al amor al prójimo que se le recuerda cada fecha señalada con una flor; y también al arte más refinado consagrado a perpetuar la memoria de seres especiales. 

   La magnificente arquitectura constituye una de las características más notables del camposanto, ejecutada en los más variados estilos  arquitectónicos y materiales, que se corresponden con la época de la edificación y también con la situación económica del enterrado en ese sitio.

“La Milagrosa”, la más visitada

La tumba de mayor concurrencia  es la de la aristocrática dama Amelia Goyri de la Hoz, conocida como "La Milagrosa". Allí van visitantes de todas las latitudes traídos por la leyenda que rodea a esa mujer, fallecida en 1903 a los 23 años.

La fábula refiere el inmenso amor entre Amelia y José Vicente Adot, quienes pudieron contraer nupcias tras la muerte del padre de ella, quien se negó rotundamente a esa relación. Unión muy fugaz, pues al año la muchacha falleció durante su primer parto.

Se cuenta que la mujer fue enterrada con el niño muerto colocado a sus pies, y que al destapar la tumba tiempo después, el niño apareció en los brazos de su madre.

Adot enloqueció por la pérdida de su amada, todos los días visitaba su tumba, golpeaba la lápida con la aldaba de bronce y gritaba: "¡Amelia, despierta! hasta que murió 17 años después.

 La triste historia convirtió a Amelia en una imagen venerada y hoy es el panteón más visitado y de los seres que allí descansa el que más flores recibe. Acuden a La Milagrosa muchas personas a pedir por un bien a sus hijos o por asuntos de amores.

El ritual es hacer sonar las aldabas como lo hacía el alocado esposo, y retirarse caminando hacia atrás sin dar la espalda a la estatua de Amelia.

LaOficina del Historiador de La Habana trabaja en la restauración integral y la protección del Cementerio de Colón, devenido en centro de atracción de turistas.

Tres opiniones recogidas por TripAdvisor evidencian las características y atractivos del lugar, que ocupa el puesto No. 23 de 185 Atracciones en La Habana, la capital cubana.

“No había visto en mi vida un cementerio tan grande... quedé impactada! el paseo en autobús turístico es increíble...”

“Las esculturas, la multitud de estilos, de diseños de panteones, las personalidades famosas de la historia, de la cultura popular, no se puede dejar de ir y que alguien que lo conozca te dé un paseo por él... Además está en el centro del Vedado…”

“Hermoso e impresionante que un cementerio de esa dimensión esté casi a la mitad además que tiene una entrada espectacular, en lo personal me encantóóóóó…”

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