Maravillas de La Habana: El Cristo, mirada para el navegante

El Cristo de La Habana tiene una posición privilegiada, reforzada ahora con los 495 años de la fundación de esta ciudad-capital, sito ideal para tomar buenas fotos de esta bulliciosa urbe.
A la entrada del puerto, a la izquierda, se encuentran algunos puntos de interés, como la fortaleza colonial de San Carlos de la Cabaña, el pueblo de Casa Blanca y la colosal estatua del Cristo.
Los marineros desde sus barcos, lo primero que ven al aproximarse a La Habana es el faro de la fortaleza de El Morro, y una vez que enfilan la proa dentro de la bahía les llama la atención la blanca silueta que se alza dando la bienvenida.
El monumento forma parte de un conjunto arquitectónico que caracteriza la entrada de lo que en su tiempo fuera el puerto Carenas, descubierto por el explorador español Sebastián de Ocampo entre 1508 y 1509.
Está edificado en mármol de Carrara (provincia de Toscana, Italia) que contrasta con las grises piedras de un entorno antiguo como lo son las fortalezas de los Tres Reyes del Morro, San Salvador de la Punta, la Real Fuerza y San Carlos de la Cabaña, baluartes que defendieron a La Habana de corsarios y piratas.
El Cristo fue inaugurado el 25 de diciembre de 1958, siete días antes del triunfo de la revolución cubana y fue construido en Italia, obra de la escultora cubana Gilma Madera, ya fallecida.
Se trata de una figura de Jesús de pie, con una mano en el pecho y la otra en alto, en actitud de bendecir, y de esta manera observa a la ciudad.
Con una altura de 20 metros sobre la base de tres, pesa 320 toneladas y está compuesta por 67 piezas. Si tomamos en cuenta la explanada sobre la colina donde se ubica, su altura es de 51 metros sobre el nivel del mar.
El poblado de Casablanca, donde está la estatua, fue en su tiempo un pueblo de pescadores, y ayuda con su quietud a completar la imagen de esa gigantesca estatua, de interés para religiosos de paso y para turistas de todas partes del mundo.
Este Cristo se esculpió en Roma y fue bendecido por el Papa. Durante el montaje, Madera fue ayudada por un equipo de 20 marmolistas y cada fragmento fue atado con tensores de acero a la estructura central.
Existe una leyenda que vincula a Fulgencio Batista, derrocado por la revolución de Fidel Castro. Cuentan que su esposa Martha rogó por él durante el fallido ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957.
Si se salvaba construiría una estatua semejante al Cristo de Río de Janeiro, en Brasil. Pero esta leyenda es incierta, pues Madera ganó el concurso para la construcción de la estatua en 1956.
Al margen de leyendas y mitos, el sitio es lugar ciertamente sagrado, pero su mayor importancia está en una vista maravillosa y especial, que ofrece la panorámica de una ciudad tan antigua como moderna.