Gran Teatro de La Habana lucirá nombre de Alicia Alonso

El Gran Teatro de La Habana (GTH), el coliseo activo de mayor antigüedad en Latinoamérica, incorporó oficialmente a su nombre el de la prestigiosa bailarina Alicia Alonso, por acuerdo del Consejo de Estado de la República de Cuba, en homenaje a la obra de esa prima ballerina assoluta.
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La decisión, tomada el 8 de septiembre de 2015, pondera la labor de la reconocida artista que el próximo 21 de diciembre arribará a 95 años de edad.
Junto con los hermanos Fernando y Alberto Alonso, Alicia fundó la primera compañía profesional de ballet del país en 1948, cuando ese arte era escasamente comprendido en las sociedades latinas. Pese a contradicciones políticas, sociales y de salud, ella persistió en elevar su rango de bailarina.
La Alonso respaldó la revolución cubana de 1959 y se alzó sobre prejuicios e ideologías burguesas para llevar su arte al pueblo, a las fábricas, los campos, un bosque, un valle, cualquier calle.
En el mundo de la danza cobró fama por sus prodigiosos giros y la manera particular de adueñarse de la técnica. Todavía algunos hablan de la “quinta Alonso” para aludir una posición específica de los pies, mientras los viejos balletomanos atesoran especialmente las veces que la vieron transformarse en Giselle y en Carmen.
La resolución del Consejo de Estado recuerda que una parte importante de la labor pedagógica y danzaria de la prima ballerina assolutta cubana está vinculada estrechamente al mencionado teatro, que dirigió durante varios años y fue escenario también de sus grandes triunfos. Por tanto, dispone la colocación de una escultura de la artista en el vestíbulo de la institución donde el público siempre la ha recibido con aplausos y ovaciones. La presencia de Alicia en allí nunca pasó desapercibida.
A principios de 2013, el edificio cerró sus puertas bajo el sello de la Oficina del Historiador de la Ciudad con el propósito de someterlo a una reparación capital, debido a su gran estado de deterioro. La reapertura está prevista para el 1ro de enero de 2016, con una gala dedicada al Triunfo de la Revolución y protagonizada por la compañía que dirige Alonso, el Ballet Nacional de Cuba.
Desde la inauguración del coliseo, el 18 de febrero de 1838, personalidades de todas partes del mundo exhibieron allí su talento. Las actrices Sara Bernhardt y Eleonora Dusse, el mismísimo tenor Enrico Caruso, pianistas como Serguei Rachmaninov y Arthur Rubinstein, y bailarines como Carmen Amaya, Cristina Hoyos y Antonio Gades cautivaron al público habanero y marcaron un hito en la cultura.
En el campo de la danza, un hecho extraordinario se produjo en 1841 cuando Fanny Elssler, una de las cinco bailarinas más relevantes del siglo XIX, bailó sobre el escenario de este teatro; pues mostró por primera vez en Cuba la maravilla del baile en puntas.
A lo largo del siglo XIX, la institución acogió en su sala a lo más representativo de la intelectualidad del país. Baste mencionar al Héroe Nacional José Martí y la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien recibió allí una corona de laureles de manos de la también poetisa Luisa Pérez de Zambrana.
La mítica danzarina rusa Anna Pavlova hechizaría también a los habaneros, a principios del siglo XX, cuando el Teatro Tacón ya había cambiado su nombre original por el de Nacional. El título lo adquirió tras la instalación de la República, el 20 de mayo de 1902, y una reparación capital que lo convirtió en parte del emporio del Centro Gallego de La Habana y dio en gran medida la apariencia que todavía mantiene.
Ya en el siglo XX sería imperdonable obviar las actuaciones de Ernesto Lecuona, Amadeo Roldán, Rita Montaner, Esther Borja, Bola de Nieve, Rosa Fornés, Omara Portuondo y Pablo Milanés, nombres cuya sola mención le aportan prestigio al teatro.
Allí por primera vez, Alicia Alonso bailó Carmen y ella misma en 1985 lo bautizó como Gran Teatro de La Habana.
Desde la década de 1960, la edificación es la sede teatral del BNC y de los Festivales Internacionales de Ballet de La Habana, evento que prestigia al país cada dos años, y trae a la escena del histórico coliseo a las más grandes estrellas de la danza mundial.
En la sala que conservará el nombre de Federico García Lorca ocurrió otro suceso histórico cultural para Cuba cuando en el verano de 2009 bailó por primera vez en la isla el Royal Ballet de Londres, una de las más importantes compañías del planeta.
Sin dudas, el teatro podría ser catalogado como la institución cubana que más ha expuesto el desarrollo de la danza mundial y la extensión de su nombre con el de una de las luminarias universales de ese arte confirma su valor y define aún más la proyección de ese templo.
Algunos detalles de la reparación
Cuando el teatro reabra sus puertas, en enero de 2016, dispondrá de un nuevo salón de ensayo, aledaño al escenario principal, y otro salón para la orquesta acompañante.
Según el director de la instalación, Leonardo Tur, el trabajo no ha sido fácil pues algunas estructuras estaban en peligro de derrumbe y fue necesario reforzar las cuatro bóvedas que componen la edificación en cada una de sus esquinas pues estaban bastante dañadas. La complejidad de esa tarea se explica sencillamente, porque dentro de ellas apenas cabe un hombre de pie.
Por su parte, la empresa Tecnoescena tuvo la responsabilidad de montar el equipamiento técnico propio del teatro, como sistemas modernos de audio y luces. Los equipos tendrán los mismos colores que las paredes para integrarlos con armonía al diseño de la sala y los actores podrán seleccionar diversos tipos de micrófonos, en correspondencia de las exigencias de cada obra.
Tur comentó que el nuevo equipamiento escénico se concibió con más de 400 puntos de luces y capacidad en los dimers de seguir instalando equipos en correspondencia con los requerimientos de las mejores compañías de ballet.
Aspecto de vital importancia han sido la recuperación de los tres niveles de camerinos, el sistema contra incendios y los elevadores.
Tal vez, la labor más impresionante para el espectador del teatro sea el rescate del lobby original, como se concibió, pues estaba interrumpido a la mitad por una oficina de correos. Se retiraron los dos muros que lo dividían y se trasladaron los murales. El plan de rescate incluso incluyó la eliminación del cabaret, cuyos locales quedarán incorporados a la sala principal.
El director del teatro también elogió el trabajo de remozamiento de los salones del Centro Gallego pues han ido recuperando su belleza original y está seguro de que las escaleras de mármol y los techos del Gran Teatro volverán a causar admiración.