Pensamientos emanados de un intenso huracán en el Pacífico mexicano
Nada parecía presagiar la catástrofe 24 horas antes de que ocurriera. “OTIS” era una tormenta tropical más de las que suelen formarse en las aguas del Pacífico nororiental en la Temporada Ciclónica de esa cuenca, que iniciada el 15 de mayo terminará el 30 de noviembre.
El escenario era la ciudad y puerto marítimo más importante en el estado de Guerrero en la costa del Pacífico de México, a 380 kilómetros al sur de la Ciudad de México, en una bahía profunda y semicircular, la ciudad más grande del estado de Guerrero y la ciudad turística de playa y balneario más grande de México. En la historia conocida, un único ciclón tropical había llegado a estas costas con trayectoria similar, y ello ocurrió hace 72 años, en 1951, y había sido un huracán categoría 1.
En la mañana, “OTIS” era un débil huracán categoría 1, con vientos máximos sostenidos de 137 km/h, pero en la próxima madrugada era ya un intenso huracán categoría 5, con vientos máximos sostenidos de 267 km/h…. Así, casi sin aviso, sin esperarse un huracán tan intenso, llegó lamentablemente a Acapulco, que en un proceso de Rápida Intensificación (RI), lo hizo ser el huracán más intenso del Pacífico en azotar a México, según los registros históricos, y el único huracán categoría 5 en tocar tierra en esas costas del Pacífico mexicano.
Para que se tenga una idea, los vientos se incrementaron en 185 km/h y hubo una caída de presión de 73 hPa en solo 24 horas. El pronóstico había sido de un huracán con vientos máximos de 145 km/h, un huracán categoría 1.
Gracias a que hubo un vuelo de un avión de reconocimiento norteamericano, el Centro de Huracanes, que como Centro Regional Especializado de la OMM en Ciclones Tropicales tiene también la responsabilidad del área del Nordeste del Pacífico, pudo emitir un aviso urgente, dando una intensidad de categoría 4 a la llegada a tierra de “OTIS”, pero con muy poco tiempo de antelación, e incluso ser un categoría 5 algo después. Pero demasiado corto el plazo de tiempo de antelación y, para hacer peor las cosas, casi de noche, muy tarde para hacer algún preparativo para enfrentar este intenso huracán. Hay que decir que la propia tripulación del avión estaba asombrada de que al entrar y, después, al salir del huracán, éste era un sistema muchísimo más intenso, en tal corto tiempo.
Para empeorar más las cosas, la trayectoria de “OTIS” no fue directa al centro de Acapulco, sino que se desvió algo a la izquierda, cruzando el centro del huracán la costa, al Oeste y próximo a dicha ciudad-balneario, por lo que los vientos más fuertes de la circulación del huracán, cayeron directamente sobre la ciudad.
¿Qué había pasado? No fue el caso en que, como muchas veces ocurres, hay modelos que muestran un huracán más débil, mientras que otros lo muestran más fuerte. En ese caso, los pronosticadores optan por darle una intensidad al llegar a tierra, usualmente entre ambos rangos, y es lo más lógico y juicioso que en estos casos puede hacerse. Si se sospecha una rápida intensificación, se pronostica una o dos categorías por encima de la que tiene el huracán. Pero éste no fue el caso, porque, a pesar de lo mucho que han mejorado los modelos guía de pronósticos, ninguno de los modelos disponibles mostraba esa intensificación rápida.
Pero, no está claro todavía qué puede haber ocurrido. Quizás el pequeño tamaño del huracán tuvo un papel que jugar. Pudiera haber sido la corriente en chorro que existía algo más al norte, sobre Baja California. Si la corriente en chorro baja en algún momento y se sitúa de forma tal que sus vientos contribuyan significativamente a la salida de aire del “ojo” del huracán, a niveles de 10 a 12 kilómetros de altura, podría haber hecho un efecto de succión que hubiese inducido una caída de presión superficial y, por ello, una rápida intensificación de los vientos. Es imposible más que especular sobre ello, a no ser que se hagan disponibles más datos, y es seguro que una investigación se hará sobre este caso.
Creo que hay lecciones que aprender de este caso. Con el potencial destructivo del viento aumentando con el cuadrado de la velocidad del viento, el huracán “OTIS” impactó a la zona de Acapulco con un potencial destructivo 13 veces mayor que lo que se esperaba. Hay que recordar que se requiere de tiempo para ejecutar los planes de protección. Ocurrió en una región que no había tenido más que huracanes categoría 1. Por ello, ser azotado por un categoría 5, casi sin preparación previa, era sinónimo de que se produjeran graves consecuencias, como efectivamente ocurrieron.
Pero, independientemente de los análisis post tormenta que se hagan, hay algo en lo que quisiera llamar la atención. Estamos en un mundo cambiante, con notables cambios en el clima y la temperatura en nuestro planeta. De hecho, los casos de Rápida Intensificación (RI) se han producido con mayor frecuencia, tanto en el Atlántico, Caribe o en el Pacífico. Tenemos ejemplos en los huracanes “WILMA” en el Caribe hace unos años, pero en el 2023 Franklin, Idalia y Lee, han tenido procesos de una Rápida Intensificación en el Atlántico, incluso llegando a lo que antes era un raro estatus de categoría 5. En el Pacífico nororiental, “OTIS” desplazó a “PATRTICIA del 2015 con una RI superior.
Y es que en el entorno de “OTIS” la temperatura superficial del mar era de 31ºC, cuando con 27 ºC puede considerarse que exista un desarrollo ciclónico. Evidentemente, las aguas del Pacífico, ahora con El Niño presente, y un gran contenido calórico que se extiende hasta 10 metros o más de profundidad en las aguas, era gasolina de alto octanaje para “OTIS”. Y ese factor, pudiera haber sido el detonante de esta rápida intensificación de “OTIS” que no fue captada por los modelos.
De igual forma, las aguas del Atlántico y el Caribe han permanecido con temperaturas increíblemente más elevadas que los valores promedio de largo plazo, haciendo de esta Temporada Ciclónica del 2023 una de las más activas conocidas, a pesar de que siendo un año de El Niño, la actividad ciclónica debería haber sido menor. Con un promedio de 14, el área del Atlántico ha producido hasta ahora 20 tormentas con nombre.
Entonces, no puede dejar de notarse ni de tenerse presente la influencia del Cambio Climático en este mundo que se calienta cada vez más. Desde hace años, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU había estado prediciendo que la intensidad de los ciclones tropicales aumentaría en un clima más cálido. La confiabilidad de ese pronóstico ha pasado de ser de media a alta a lo largo de los últimos años. Y aunque el número total de tormentas tropicales en todo el mundo se ha mantenido estable, la proporción de las que alcanzan una gran intensidad, los huracanes de categoría 4 y 5, se ha incrementado notablemente.
Esto no es nada que deba tomarse como un asunto de poca importancia, muy al contrario. Desde principios de este siglo XXI, se han formado 16 huracanes de categoría 5 en el Atlántico, un poco más de un categoría 5 cada temporada y media. Pero en 30 años, entre 1970 y el año 2000, solo habían alcanzado la categoría 5 un total de seis huracanes. Quiere decir que la frecuencia de huracanes categoría 5 en los años que han transcurrido del presente siglo XXI, es ahora tres veces mayor.
Pero, además, con los procesos de Rápida Intensificación que se han tornado más frecuentes, el reto para los pronosticadores es adicional, pues cuando eso ocurre cerca del punto de llegada a tierra, casi no hay tiempo disponible para tomar medidas contra esos verdaderos monstruos.
La lección fundamental que extraigo, y la tarea adicional para pensarlo e interiorizarlo, es que, en el entorno del Cambio Climático, en que nos hallamos inmersos, siempre hay que estar preparados, siempre, y en especial cuando hay la potencialidad de un huracán en el área sobre una superficie oceánica con gran contenido calórico debajo u otro factor que pueda disparar una Rápida Intensificación. Solo el planeamiento, desde mucho antes de que haya un huracán, las medidas de mitigación y reducción del riesgo ya llevadas a la realidad, la preparación de la población y los decisores, con seguimiento cercano de la información, de manera clara y comprensible, desde días antes, cuando se vislumbra que el huracán puede ocasionar alguna afectación, pueden hacer la diferencia ante un gran desastre en ciernes.