Tabaco y café cubanos, el placer en dos paisajes culturales del patrimonio mundial
Texto: Omar López Rodríguez, Director Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba
El archipiélago cubano posee un amplio y diverso patrimonio tanto cultural como natural, ambos asociados a construcciones, sitios, centros históricos y paisajes culturales, así como a tradiciones, costumbres y manifestaciones de las artes, entre otros, los cuales son objeto del reconocimiento local, nacional y universal.
La riqueza patrimonial presente es un legado cargado de valores, atributos y manifestaciones que constituyen una muestra elocuente del potencial que posee para un desarrollo sostenido del turismo cultural y de naturaleza. Son múltiples los circuitos y rutas patrimoniales que existen y que pueden diseñarse para el visitante más exigente; es en este sentido que proponemos una alternativa inédita, altamente atractiva y sugerente: una ruta interpretativa de dos paisajes culturales, asociado uno al cultivo del tabaco y otro al café, productos líderes del deleite humano, el disfrute pleno de consumir un buchito de café y acompañarlo de un puro de Vuelta Abajo.
Curiosamente, esos ámbitos productivos del tabaco y el café se encuentran hoy en sendos paisajes culturales reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad; ambos atractivos tanto por la belleza cautivadora de sus paisajes naturales, productivos, como por representar el devenir de dos culturas consideradas hoy ancestrales, genuinas y singulares.
En el occidente de la isla, como parte de la provincia Pinar del Río, se encuentra el Valle de Viñales, aprobado por la UNESCO en 1999 como “ejemplo excepcional de paisaje cultural, representativo del auge histórico de la producción tabacalera en el mundo, donde las formas tradicionales de agricultura se insertan en un marco físico de altos valores naturales y escénicos, junto con manifestaciones vernáculas en la arquitectura y la cultura inmaterial”. Mientras que en el extremo oriental y en comunión de las provincias Santiago de Cuba y Guantánamo, existe el paisaje arqueológico de las primeras plantaciones cafetaleras del sudeste de Cuba, declarado en el año 2000 por la UNESCO, al considerar: […] el conjunto de 171 edificaciones agroindustriales de finales del siglo XVIII y principios del siglo XX que constituyen una muestra material de un acontecimiento histórico de gran importancia para el mundo, la Revolución Haitiana, fenómeno que trajo consigo elementos de una cultura con manifestaciones en la arquitectura, ingeniería hidráulica, la economía, la música, la danza, la gastronomía, la religión y otros. Este complejo industrial cafetero constituye el testimonio más antiguo de su tipo que ha sobrevivido de los orígenes de la cultura cafetera en el ámbito americano. [1]
Una ruta turística centrada en estos dos paisajes culturales proporciona una serie de experiencias fascinantes e inolvidables. La visita al Geoparque Valle de Viñales posee múltiples atractivos, donde destaca el paisaje natural de los mogotes, cuya morfología regala una continua interacción con esas formaciones geológicas cársicas singulares, donde sus paredes casi verticales generan planos superiores donde la flora y la fauna sorprenden por sus peculiaridades y nivel de endemismo. En sus valles interiores, cargados de verde y de cultivos, se destacan las vegas de tabaco y, asociado a ello, todo un entramado de arquitectura vernácula, caminos vecinales, yuntas de bueyes, aperos, utensilios y medios de trabajo que articulan la base inmaterial de la vida campesina del lugar. El tránsito del amanecer hasta el atardecer considera vivencias de la cultura del tabaco, a la que no escapan los servicios de alojamiento y gastronómicos que mucho tienen que ver con las tradiciones locales que exhiben un compromiso de calidad y eficiencia. Después de un encuentro con este paisaje, disfrutar un buen habano pasa a convertirse en el recuerdo inolvidable de una vivencia única y genuina en el primer paisaje cultural del Caribe.
De igual forma, podemos imaginar una visita al sur del oriente cubano, en este caso a la ciudad de Santiago de Cuba, población reconocida por sus amplios valores históricos y culturales, para realizar un recorrido a la cordillera de la Gran Piedra, Geoparque y reserva de la biosfera, ámbito natural en el que desde fines del siglo XVIII se implantó un nuevo modo de vida vinculado con la cultura cafetalera. Fue aquí donde la inmigración francesa y sus esclavos construyeron haciendas fundamentadas en el pensamiento de la Ilustración con el dominio del beneficio húmedo del café, que convirtió a la isla en exportadora fundamental del aromático grano.
Convertido en un paisaje arqueológico y patrimonio mundial desde el año 2000, resulta notable no sólo por ser el primero con ese reconocimiento asociado al café en América, sino porque posee atributos y potenciales singulares para el desarrollo turístico, cuya visita permite colocar al visitante en un “verdadero paraíso” cuyo paisaje de montaña se complementa con una historia rica y cargada de aroma de café. Las haciendas con sus cafetales, los componentes propios de una vida donde el selecto grano era el centro de atención de un modo de vida singular, donde lo material y lo espiritual se juntan en un discurso lleno de leyendas y aventuras. Recorrer el Museo La Isabelica, sus salas y espacios exteriores es una verdadera experiencia interpretativa de la cultura del café, que se complementa con el disfrute del mirador de la Gran Piedra, los servicios del motel homónimo, un jardín de plantas exóticas y otros atractivos relacionados con las tradiciones y manifestaciones artísticas de los pobladores residentes en la zona.
Patrimonio y turismo se dan la mano para disfrutar de un maridaje esencialmente cubano y caribeño, un abrazo cultural entre el tabaco y el café, un disfrute de sabores y aromas que le esperan.
[1] Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, Aplicación para la selección y aprobación como patrimonio mundial de los Criterios II y III
Fotos: Omar López Rodríguez, René Silveira y cortesía de Publicitur