Restaurante 1830, un clásico de La Habana de los 50
Enclavado en una majestuosa y elegante edificación de época, de cara al Malecón y con impactantes vistas al mar y al ocaso, el Restaurante 1830 es, sin dudas, un clásico de La Habana de todos los tiempos.
Hermosas rejas, vitrales y balcones de maderas preciosas torneadas, que recuerdan el neoclásico, conforman la imagen del inmueble, cuya historia se remonta al siglo XIX, también como restaurante; fue hotel a finales de los años 20 y finalmente, en la década del 50, la familia Currais asumió su restauración para convertirlo en sucursal de La Zaragozana. Debe su nombre de 1830, a la fecha en que se fundó el primer establecimiento gastronómico en ese edificio.
Especializado en cocina cubana estilizada e internacional, integra el actual Complejo 1830, junto con el acogedor Piano Bar Colonial, el Torreón de la Chorrera; los Jardines 1830, destinados a la celebración de eventos y actividades nocturnas con espectáculos en vivo; el Karaoke, discoteca para disfrutar la música de los años 70, 80 y 90 y música popular cubana; y Dos Aguas, un área de gastronomía ligera a precios módicos.
Excelencias tuvo la oportunidad de conversar con Jorge Lázaro Díaz Lago, su maitre desde hace siete meses, un profesional de amplia experiencia en el ramo, quien comentó que “excepto el karaoke, que abre de jueves a domingo, el resto del Complejo funciona todos los días de la semana, en el horario de 12 del día a 11 de la noche”.
Los platos principales están elaborados con mariscos, cerdo, pollo, ganado vacuno y pescado. El plato de la casa es el Arroz con pollo a La Chorrera que, en palabras del maitre, “aquí tiene la particularidad que se prepara en cazuela de barro, se presenta bien caliente y se le adiciona, delante del cliente, la mitad de una cerveza, de manera que queda bien esponjoso, pues el arroz absorbe todo el aroma de la cerveza, y queda exquisito”.
En la coctelería, el trago de la casa es fiel a la toponimia del centro: “1830”, elaborado con base de Cinzano, en la coctelera, aromatizado con corteza de limón o algún fruto seco.
El 1830 asimila bodas, en una preciosa cúpula que se alza en los Jardines, y actividades grupales de varios formatos; es asiento de actividades culturales como el Proyecto Casino, los jueves, sábados y domingos, en los propios Jardines, al que asisten personas de mediana edad, adultos mayores y algunos jóvenes que le gusta ese tipo de música.
Como proyección, Lago adelanta que están en un proceso de inversión encaminado a habilitar cuatro restaurantes en sendos salones de la planta alta, y rescatar el restaurante que era de comida española, muy famoso décadas atrás, en el Torreón de La Chorrera.
Cerca de 70 trabajadores laboran en la entidad, 30% son jóvenes y 25 %, mujeres; la capacitación de ese personal es una prioridad de la instalación, lo cual encaminan conjuntamente con la escuela ramal de formación, Formatur, básicamente mediante la modalidad de entrenamiento en el puesto de trabajo, así como el aprendizaje de lenguas extranjeras, principalmente el inglés, porque atienden habitualmente grupos de turistas, mayormente de Rusia, China, Alemania, República Dominicana, Colombia…
Como colofón, Díaz Lago enfatizó: “quisiera resaltar el interés de los trabajadores, su alegría de trabajar aquí, su alegría de aprender, de conocer, de recibir personas de diferentes países y comunicarse con ellos y ofrecerle nuestras experiencias de Cuba. Por eso, en nuestros encuentros les doy elementos de la geografía del país que deben de saber, dónde están los lugares de mayor interés, para cuando algún turista les pregunte, ellos puedan responder (…) muchos son jóvenes y no tienen la experiencia, entonces hemos unido juventud con experiencia y hemos hecho una combinación perfecta (…) todos los días, media hora antes de empezar a trabajar, se discuten los problemas del día anterior y se analiza cómo vamos a resolver algún problema que se haya presentado”.
