La Peregrinación a San Lázaro en Cuba y el sincretismo religioso
Cada 17 de diciembre, miles de cubanos emprenden una de las tradiciones religiosas más profundas y significativas del país: la peregrinación al Santuario de San Lázaro, en El Rincón, ubicado en el municipio de Boyeros, a las afueras de La Habana. Este acto no solo refleja la devoción de los creyentes, sino también el sincretismo religioso que caracteriza la espiritualidad cubana, donde se fusionan las tradiciones católicas con las creencias del panteón yoruba.
La víspera de la festividad, las calles de la capital comienzan a llenarse de una atmósfera particular. Personas de diversas edades, con indumentarias de saco de yute y prendas moradas, una tradición que distingue tanto a San Lázaro como a Babalú Ayé, el orisha de la salud y las enfermedades, se disponen a comenzar su peregrinación. Para muchos, este es un acto de fe, un pago de promesas en busca de salud, bienestar familiar o la resolución de problemas personales.
San Lázaro, conocido en la tradición católica como el santo milagroso que resucitó gracias al poder de Jesucristo, es venerado no solo por los católicos cubanos, sino también por los seguidores de la religión yoruba. Para estos últimos, San Lázaro se funde en la figura de Babalú Ayé, el orisha de las enfermedades, quien simboliza la lucha y la superación del sufrimiento físico y espiritual. Es por ello que la festividad es una de las más importantes para los devotos, quienes llegan hasta el santuario con una mezcla de esperanza y gratitud.
El recorrido hacia El Rincón se convierte en una muestra palpable del fervor religioso. Muchos fieles, por devoción o cumplimiento de una promesa, llegan al santuario de rodillas, descalzos o arrastrando piedras y cruces. Este acto, cargado de simbolismo, refleja la humildad y la penitencia que caracteriza el culto a San Lázaro y Babalú Ayé, figuras veneradas por su capacidad para sanar y brindar consuelo en momentos de sufrimiento.
Al llegar al Santuario, el escenario es conmovedor. El lugar se llena de velas encendidas, flores moradas que adornan los altares, y una quietud que invita a la reflexión y la oración. Los devotos se acercan a la fuente de agua que se encuentra en el recinto, considerada por muchos como milagrosa. En ella, los peregrinos llenan frascos con el agua como símbolo de la esperanza de recibir la sanación de enfermedades físicas o espirituales.
El culto a San Lázaro, en su versión católica, tiene raíces en la figura bíblica del Lázaro de Betania, el amigo de Jesús que fue resucitado por él. Sin embargo, en la tradición afrocubana, esta figura se fusionó con la imagen de Babalú Ayé, el orisha asociado a las enfermedades y la sanación. En tiempos de la colonia, los esclavos africanos, al no poder rendir culto libremente a sus deidades, encontraron una forma de ocultar sus creencias en las figuras de los santos católicos. Así, Babalú Ayé pasó a ser venerado como San Lázaro, un sincretismo religioso que persiste en la Cuba de hoy.
La imagen de San Lázaro/Babalú Ayé se presenta como un anciano con el cuerpo cubierto de llagas, acompañado de perros, quienes lo representan en su sufrimiento y la superación del dolor. Para los devotos, este símbolo se asocia a la lucha contra la enfermedad y el sufrimiento, y al poder de la fe para superar los desafíos de la vida.
Cada año, la peregrinación al Santuario de San Lázaro en El Rincón se convierte en una de las más grandes manifestaciones religiosas del país. La devoción de los cubanos hacia este santo y orisha refleja la profundidad de las creencias espirituales que atraviesan las distintas religiones y tradiciones presentes en la isla, y cómo, a través de esta confluencia de fe, los cubanos encuentran esperanza y consuelo en medio de sus desafíos cotidianos.