La Asociación de Empresarios Españoles en Cuba: una historia de cooperación y oportunidad
En los años 90, Cuba vivía una época de grandes cambios. La caída del bloque soviético, que había sido un aliado clave, dejó a la isla en una situación económica delicada. Fue en este contexto que un grupo de empresarios y profesionales españoles, preocupados por fortalecer los lazos económicos y comerciales entre España y Cuba, decidió emprender una iniciativa que marcaría un antes y un después en las relaciones bilaterales: la creación de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba (AEEC).
El Primer Paso: la carta a Carlos Amat Forés
Todo comenzó el 20 de julio de 1992, cuando Jordi Escarrá Borras, presidente de la Junta Gestora, envió una carta al entonces Ministro de Justicia cubano, Carlos Amat Forés. En ella, Escarrá manifestaba el deseo de un grupo de empresarios españoles de constituir formalmente una asociación que facilitara las relaciones comerciales entre empresas españolas y cubanas. Este grupo ya había trabajado en los estatutos de la futura Asociación, y solicitaba la aprobación oficial de las autoridades cubanas para poder avanzar en su propósito.
La carta reflejaba el optimismo y la confianza de estos empresarios en las potencialidades de las relaciones hispano-cubanas. Se aspiraba a que la Asociación no solo mejorara las ya excelentes relaciones existentes, sino que también sirviera como un canal para abordar las inquietudes y oportunidades de ambos países en el ámbito económico.
El reconocimiento oficial: el Registro General de Asociaciones
Dos años más tarde, el 31 de agosto de 1994, la respuesta finalmente llegó. Luis Alberto Bedriñana Rodríguez, uno de los iniciadores del proyecto, recibió la notificación oficial del Ministerio de Justicia de Cuba, a través de la cual se autorizaba la constitución de la Asociación. La Resolución No. 29/94, expedida bajo el expediente No. 173003774, establecía que la Asociación debía constituirse formalmente dentro de un plazo de 30 días hábiles.
La notificación fue un hito crucial para los empresarios, quienes sabían que la formalización de la Asociación les permitiría operar con un marco legal sólido en Cuba, facilitando así su misión de estrechar las relaciones económicas y comerciales entre ambos países.
La Asamblea Constitutiva: nace la Asociación
El 19 de septiembre de 1994, en la Ciudad de La Habana, los miembros fundadores de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba se reunieron para dar el siguiente paso. Convocados en el domicilio social de la Asociación, los asistentes, liderados por Javier Álvarez Bolado, procedieron a constituir formalmente la Asociación, cumpliendo con lo estipulado en la Ley de Asociaciones No. 54/85.
Durante la reunión, se eligió a los ejecutivos de la Asociación, quienes serían responsables de guiar la organización en sus primeros pasos. Javier Álvarez Bolado fue elegido como presidente, mientras que Luis Bedriñana Rodríguez, Felipe Fernández Rodríguez y José Rodríguez Fernández asumieron los cargos de vicepresidente, secretario y tesorero, respectivamente. La elección fue unánime, lo que reflejaba la unidad y el compromiso de los presentes.
La Certificación y el reconocimiento final
Tras la constitución formal de la Asociación, el siguiente paso fue su inscripción en el Registro General de Asociaciones del Ministerio de Justicia de Cuba. El 27 de septiembre de 1994, la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba quedó inscrita oficialmente bajo el número 210, según lo certificó el Registro de Asociaciones de la República de Cuba. Este acto marcó el reconocimiento legal de la Asociación, otorgándole la capacidad de operar plenamente en territorio cubano.
La certificación, firmada por Marta Pacheco Navarrete el 28 de septiembre de 1994, no solo validaba la existencia legal de la Asociación, sino que también confirmaba su papel como una entidad con interés social y alcance nacional, vinculada a la Cámara de Comercio en representación del Ministerio de Comercio Exterior.
Un legado duradero
La creación de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba fue un testimonio del deseo de empresarios y profesionales españoles de contribuir al desarrollo económico y comercial de ambos países. Con su constitución, la Asociación se convirtió en un puente fundamental para el intercambio de ideas, proyectos y negocios, promoviendo el entendimiento y la cooperación mutua.
Desde su fundación, la Asociación ha jugado un papel clave en el fortalecimiento de los lazos entre España y Cuba, adaptándose a los cambios y desafíos de los tiempos, pero siempre con la visión de contribuir al bienestar y progreso de ambas naciones. Su historia es un ejemplo de cómo la iniciativa privada puede ser un motor de cambio y desarrollo, incluso en contextos complejos y desafiantes.