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Bodegas Torres y un viaje al interior de uno mismo

Redacción Exce…
18 September 2024 7:32am
Carlos Acosta Baquero

Los caminos de la vida toman nuevos rumbos de maneras inesperadas. Muchas veces, aunque no lo veamos, es para bien. Se abren puertas que nos llevan a espacios desconocidos, los cuales acaban marcando nuestras vidas. Piense en eso y quizá me dé la razón. Así lo atestigua la historia de Carlos Acosta Baquero, que de la duela de una cancha de baloncesto se adentró en el fascinante mundo de los vinos, para suerte de muchos.

Este canario oriundo de Tenerife tuvo en Bodegas Torres su primer trabajo hace 31 años, y desde entonces se ha convertido en un experto de la enología que, además, ha tenido un profundo impacto en la cultura del vino que hoy se aprecia en Cuba.

Acosta Baquero, director general de Miguel Torres Cuba y área mánager en Centroamérica y el Caribe está vinculado a la Mayor de las Antillas desde hace casi 20 años, y en el tiempo transcurrido ha realizado una labor encomiable en pro de la cultura vinícola en una tierra que muchos identifican como de ron y cerveza.

“Llegué a Cuba en 2005. El país había realizado mucho antes una apertura turística y la empresa había tenido previamente acá a un compañero llamado Francisco Sierra. Desde que llegamos asumimos una identidad cubana, si miras nuestro logo tiene el escudo heráldico de La Habana”, dijo Baquero en conversación exclusiva con Excelencias.

Cuestión de sentimientos

Cuando Jaime Torres partió de Villafranca del Panadés hacia las Américas, sabía que quería tener una mejor vida e impulsar algún negocio. Dejaba atrás los viñedos de su familia, que por entonces solo se dedicaba a la producción de uvas, con el primogénito de la familia, Miguel, al frente.

Luego de estar por Puerto Rico y México, Jaime Torres desembarcó en La Habana. Corría el quinquenio de 1825-1830. Comenzó a trabajar en una tienda intramurallas en La Habana, llamada Los Catalanes, donde también vivió. Dormía por las noches justo debajo del mostrador. Y reunió dinero para su futuro negocio, nos cuenta Acosta Baquero.

“En ese entonces se hizo la licitación del alumbrado de La Habana y la consiguió. Hizo una fortuna en menos de diez años, pero siempre se quedó pensando en el negocio familiar. Al regresar a Villafranca del Panadés, en España, le comenta a su hermano la idea de empezar a exportar vinos a América”, agrega.

Así, Bodegas Torres nacía en 1870, y en 1876 hizo la primera exportación de vino a un cliente en Santiago de Cuba. Desde entonces no ha dejado de crecer. Hoy es la empresa española vinícola que está presente en más mercados en el mundo, tiene 160 países en su cartera de negocios.

Cinco generaciones después, la producción se ha diversificado. Con la segunda generación comenzaron a destilar brandy, y en la tercera, Miguel Torres Carbó, farmacéutico de profesión, se exilió en Cuba a raíz de la Guerra Civil Española. Ello afianzó las raíces de los Torres en la Mayor de las Antillas.

“Miguel Agustín Torres, el actual presidente, fue concebido en Cuba, y dondequiera que llega asegura que es de fabricación cubana. Siempre ha mantenido una estrecha relación con la isla, con lazos emocionales y sentimentales muy fuertes”, subraya Acosta.

Precisamente sería Miguel Agustín quien le propusiera un día a Carlos venir a trabajar a Cuba. “Lo más parecido a un cubano es un canario, así que le dije que sí”.

Miguel Agustín Torres había estado en Cuba en 1994, y el vino Milmanda —uno de los grandes chardonnays españoles—, cautivó el paladar nacional desde entonces. La relación se estrechó y fue a partir de esta empresa que se realizaron estudios en la Mayor de las Antillas para la producción de vinos con uvas de calidad. También se abrió un camino que ninguno esperaba.

Vendedor no, maestro

“Al llegar a la isla, había un Club de sommeliers con miembros muy preparados. Cuando arribé vine con la mentalidad de vender mucho, pero tuve que aterrizar en la realidad. Este era un país de ron y cerveza, pero se conocía poco de vinos”, nos cuenta Carlos Acosta.

“En Santiago de Cuba, durante una cena, pedía la carta de vinos, pero no me la entregaban, y la dependiente me confesó luego que no sabía nada de vinos y le daba pena porque cenaba con el director del lugar. Ahí me di cuenta que había que comenzar con una labor de formación. Así, además de comercial me convertí en formador”.

El trabajo de Carlos Acosta se intensificó. Recorrió el país de punta a punta, conociendo muchas personas, y se dedicó a capacitar.

Intenso ha sido el trabajo de Carlos Acosta para impulsar la cultura vinícola en Cuba.
Intenso ha sido el trabajo de Carlos Acosta para impulsar la cultura vinícola en Cuba. Fotos: Cortesía del entrevistado

 

Por entonces en Cuba los vinos se vendían de forma mayoritaria en el sistema todo incluido de los hoteles, pero allí normalmente son muy baratos. Siendo Bodegas Torres una empresa de reconocida calidad, había que buscar insertarse de otra manera en el mercado. Se acercaron a la Empresa Extrahotelera Palmares y concibieron planes de ingresos que incluyeran los vinos de Bodegas Torres.

Para ello, además, Acosta Baquero brindó capacitación al personal de servicios, una labor que rindió frutos al insertar el gusto por el vino en la población cubana.

Trinidad, Cienfuegos, Caibarién y otros destinos, además de los paladares particulares (restaurantes privados) de entonces, comenzaron a apostar por incluir esta bebida entre sus ofertas.

Bodegas Torres se insertó también como fundador en eventos como Varadero Gourmet, la Fiesta del Vino, Cuba Sabe y el Seminario Gastronómico Internacional Excelencias Gourmet, hoy afianzados por su alta calidad profesional, y en los cuales se han mantenido durante todos estos años.

“A nosotros lo que nos gusta en estos eventos es que la gente cate, que almacene gustos en su memoria olfativa y gustativa, y adquieran cultura en ese sentido. El nivel de formación en Cuba es más alto, y es muy válido lo que hacemos”.

—¿Cómo ha evolucionado el trabajo de Bodegas Torres en Cuba?

—Miguel Agustín Torres visitaba Cuba todos los años antes de la Covid-19. Tuvimos intercambios de todo tipo con muchas ideas que llegaron a fructificar y otras que todavía están pendientes. En una de esas visitas, en 2019, se hizo el primer evento Cuba Sabe y Miguel se entrevistó con el presidente Díaz-Canel. De ahí surgió la idea de hacer una Asociación de Sommeliers en el país, la cual logramos.

“La evolución de nuestro trabajo ha sido muy buena. Antes, cuando se visitaba a alguien, llegaban con una botella de ron o wiski, pero ahora se distinguen por llevar una botella de vino. Y se nota especialmente en las generaciones más jóvenes. Eso me enorgullece, porque ya no somos cerveza y ron, ahora también somos vino”.

Que Acosta Baquero hable en la primera persona del plural manifiesta su sentimiento de cubanía y el orgullo por haber formado parte de este proceso. “En estos últimos años se notan otros gustos también. El 80 por ciento de los vinos que se vendían en Cuba eran tintos, pero ahora aparecen los blancos y rosados, lo cual muestra una diversificación”, acota.

“Es una cultura que crece poco a poco. Equivocadamente decimos en España que tenemos cultura del vino, pero en realidad tenemos costumbre de tomar vino. La cultura se adquiere probando, se tiene que hacer un corte y analizar desde el impacto visual, olfativo y gustativo. Eso parece trivial, pero con el tiempo se adquieren nuevos conocimientos y gustos”, analiza este experto.

“Los vinos se distinguen por su variedad de sabores. Desde los blancos dulces hasta los tintos más astringentes, los gustos evolucionan. Y, además, insiste, el vino no está hecho para tomarlo solo, sino para acompañar la mesa”.

“Eso ha sido en los últimos diez años la clave del éxito de la gastronomía española. Los casos de éxito son de personas que han acompañado su cocina con los vinos españoles”.

Bodegas Torres ha estado presente en importantes momentos de la vida nacional durante las últimas décadas.
Bodegas Torres ha estado presente en importantes momentos de la vida nacional durante las últimas décadas.

 

—¿Cómo valora usted que La Habana haya sido declarada como Capital Iberoamericana de la Coctelería y los Destilados?

 —Ahí nos toca a nosotros un poco por el tema del brandy. Y todo lo que sea llamar la atención a Cuba es bueno, especialmente cuando es un referente en la coctelería clásica, con sus cocteles como el Mojito y el Daiquirí, así que es un título muy merecido.

—¿Cómo es la presencia hoy en Cuba de Bodegas Torres?

—Aquí lo curioso es que nos ven como parte de Cuba. A veces nos han llamado para patrocinar un evento y nos consideran como una “empresa estatal”, lo cual muestra el sentido de pertenencia que despertamos.

“Hemos hecho un poco que Torres sea considerado el vino cubano. Estamos presente en todo el sector hotelero, y tenemos una estrategia del vino extra carta, para que aquellos clientes alojados en un todo incluido que quieran un vino de mayor calidad, nos tengan a mano.

“Creamos alianzas con las formas de gestión no estatal y hemos buscado la manera de poner en las manos de nuestros clientes el producto con una mayor agilidad. Aprendimos a adaptarnos a los nuevos tiempos, y eso lo logras si vives en contacto con tu mercado”.

—¿Cómo valoran el Seminario Gastronómico Internacional Excelencias Gourmet?

—Iniciativas como esa, y otras de similar carácter, todos los eventos donde se hable de ampliar conocimientos y se conciban como un espacio para aprender, son siempre muy bienvenidos. José Carlos de Santiago, su presidente, lleva muchos años en Cuba y tiene amplios conocimientos sobre la gastronomía iberoamericana.

“Cuantos más marcos de este tipo tengamos mejor, nos queda un largo recorrido para subir los estándares”, considera.

“Además, es necesario potenciar los platos típicos cubanos, que a veces se cree que no existen, pero sí los tienen, incluso, por zona geográfica en el país”, asegura.

Aunque nadie puede predecir el futuro, en Bodegas Torres lo tienen muy claro. Producir vino no es ya su motivo principal. Desde los viñedos de Villafranca del Panadés inicia una labor cultural que hace que cada degustación se convierta en un viaje a los sentidos que, a fin de cuentas, es al interior de uno mismo.

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