Carlos Enrique Sotolongo Peña, Premio Excelencias Canchánchara 2024
Máster en Historia del Arte que ha dedicado más de 40 años a instituciones culturales de Trinidad, Premio Único de las Artes y Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saiz en esa ciudad, un estudioso de la museología y la cultura popular de las artesanías locales, Carlos Enrique Sotolongo Peña es uno de los trinitarios destacados por su compromiso con la cultura y las tradiciones locales.
Por ese legado, se hizo merecedor de sumar a sus lauros el Premio Excelencias Canchánchara 2024, que recibió de manos de José Carlos de Santiago, presidente del Grupo Excelencias, a propósito de lo cual lo entrevistamos en el contexto del Festival de la Canchánchara 2024, que se extenderá hasta el domingo 15 de diciembre en esa sureña villa.
—¿Qué significa para usted haber estado vinculado toda su vida al desarrollo de la cultura trinitaria?
—El haber estado trabajando por más de 40 años vinculado a las instituciones de la cultura en Trinidad significa mucho para mí, significa haber visto cómo creció la cultura en el pueblo, cómo se adoptaron nuevas formas de hacer; estoy refiriéndome concretamente a las artes visuales y plásticas con la Academia Oscar Fernández Morera, que saben que radicaba aquí, y que, sin dudas, fue muy importante porque le trajo un aire moderno, un aire nuevo, incluso ese toma y daca con los muchachos, con las nuevas imágenes de esos artistas que paseaban la ciudad, que dibujaban en las calles, que interactuaban en los barrios… y eso realmente trascendió, fue quizás mi primera experiencia, muy gratificante, cuando comencé a trabajar en 1987 en la Galería de Arte Universal Benito Ortiz.
“También tuvimos la posibilidad en ese momento de establecer relaciones con centros cardinales de la cultura, como el Museo Nacional de Bellas Artes, y trajimos varias exposiciones de maestros de la pintura cubana, lo cual fue muy bien acogido por el pueblo de Trinidad… ese intercambio, ver físicamente obras de nuestros pintores del más alto nivel de la vanguardia artística del país, como Carlos Enrique y Víctor Manuel.
“Entre las primeras experiencias podemos sumar también la discusión de tesis de grado de esos muchachos, de esa academia, que se hacían en la Galería en los primeros tiempos, hablo de los años 1987-1988; era muy gratificante ver cómo ellos defendían sus posturas de ese arte nuevo que iba llegando a la ciudad y que se impuso en esta y formó tendencia. Aquella época la recuerdo con muchísimo cariño.
“Luego pasé a trabajar al Museo Romántico al que he dedicado más de 30 años: el Museo creado por el historiador Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara, y todo un equipo que estuvo también ahí en funciones. Allí empezamos a hacer actividades en el campo, recibiendo esa sonrisa de los niños cuando les muestras una pieza de artes decorativas que nunca han visto y les vas descubriendo ese universo.
“Hicimos mucho trabajo en la esfera cultural en el Valle de los Ingenios, sobre todo las artesanías en Manaca, Magua, San Pedro, y hasta en el lejano Algarrobo donde se hizo ese intento de llevar la cultura a los que estaban más lejos; fue importante también, y salimos enriquecidos con las experiencias de los artesanos y artistas de esos sitios, descubrimos escultores y personas muy laboriosas que tejían, cocían, bordaban, hacían flores, pintaban, hacían artesanía propia del lugar como la soga de San Pedro. En fin, tuvimos esa experiencia, ese intercambio con la comunidad, ese enriquecimiento, porque no era llevarle la cultura, era intercambiar desde su cultura, la cultura cubana en sentido general.
“Dentro del Museo me parece que fue significativo mi paso por ahí, porque si bien el Museo tuvo una museología y una museografía de excelencia desde los primeros tiempos, lo fuimos enriqueciendo; estudié y me gradué de Máster en Museología en 2013 y eso me permitió saber que habíamos andado un camino correcto, digamos, enriqueciendo salas como el comedor principal, haciendo algunos cambios de muebles en los dormitorios y estudiando la colección, valorizándola; realmente es una colección de primer orden, de lujo, que habla de la identidad del trinitario, de cómo nos identificamos verdaderamente con este pedazo de ciudad, con este pedazo de tierra que mira al Caribe desde la falda de la loma y que ha sabido mantener costumbres, usos, tradiciones desde siempre. Bueno, esto es una síntesis muy apretada de mi vínculo con la cultura local: he sido un estudioso de la museología y de la cultura popular de las artesanías”.
—¿Cuáles han sido los mayores desafíos que ha enfrentado en su esfuerzo por promover la cultura de Trinidad?
—Desafíos hemos tenido desde siempre, desde el principio; desafíos pueden ser las incomprensiones de ciertas decisiones ante una obra de arte, desafío puede puede ser salvaguardar la cultura de la lencería de la aguja y el hilo cuando en esa lejana década del 80 quedaban menos de 20 personas que la practicaban en la ciudad; esos fueron desafíos del principio y desafío ha sido mantener un museo ordenado, un museo limpio, porque en verdad siempre las carencias materiales nos han ido acompañando en todo este largo devenir.
“Los presupuestos han sido insuficientes, la falta, quizás, de apoyo y de atención, pero sí ha primado la necesidad de repetir una y otra vez, de hacer que los decisores entiendan realmente cuán primordial es hacer esta reparación del museo, reparar el techo y el piso; eso lo hemos logrado, y digo lo hemos logrado porque no ha sido mi empeño, no ha sido el empeño de la directora del centro, ha sido el empeño de un colectivo de trabajo del cual yo aún me siento parte, no logro desprenderme definitivamente ni quiero sentir esa sensación. Esos han sido los desafíos mayores, que se han logrado, que se han vencido a lo largo de la historia, pero que ciertamente nos han hecho perder un poco de tiempo que se podía haber dedicado a cosas más productivas”.
—¿Qué aspectos de la cultura y las tradiciones de Trinidad considera más importantes preservar y por qué?
—La cultura hay que verla, a mi modo de ver, como un todo único, es un conjunto, un ajiaco, y una cosa que nadie mejor que Fernando Ortiz para definir la cultura cubana; la cultura trinitaria forma parte de ese gran ajiaco de la cultura cubana, y hay que verlo como un todo. Hay que preservar la trova, pero hay que preservar el silencio, hay que permitir la modernidad en la arquitectura, pero también hay que preservar el legado de los siglos anteriores que nos caracterizan, es eso, es saber tener la claridad suficiente para decidir qué no es cultura, qué no puede formar parte de nuestra cultura.
“Vamos a hablar de las malas prácticas en la música, de las malas letras tan criticadas por todos los que saben; de maneras, costumbres y tradiciones importadas en la globalización del mundo, como la fiesta de Halloween; no estoy opuesto a la fiesta de Halloween, pero no pertenece a nuestra cultura. Vamos a potenciar el Carnaval, vamos a potenciar la mascarada del Carnaval.
“Yo no estoy en contra de los ritmos contemporáneos, de los ritmos modernos, pero vamos a potenciar realmente la trova que es lo nuestro, es lo que nos identifica, vamos a potenciar los ritmos guajiros típicos del Valle y vamos a hacerlo como un todo único y tener ese sentido identitario de Trinidad: el barro, la costura, la lencería, los trabajos de plata, las platerías, los trabajos de cera… son tradiciones ancestrales que vale la pena enfocarse en ellas y seguirlas conservando, seguirlas manteniendo porque nos han dado fruto.
“Somos una Ciudad Artesanal del Mundo, del hilo y de la aguja, y somos también Ciudad Creativa del Mundo, distinciones ambas que la UNESCO nos ha otorgado porque hemos sido capaces de mantener vivas esas tradiciones que nos caracterizan y nos identifican como ciudad, como pueblo, como un punto de interés turístico. Creo que de ese primer nombramiento de Patrimonio de la Humanidad tenemos que sentirnos muy orgullosos todos los trinitarios y tenemos que mantenerlo, y la única manera de preservarlo es mantener su cultura como un todo único, como un todo que nos identifica”.
—¿Considera que el Festival de la Canchánchara es una plataforma para la promoción y preservación de la cultura trinitaria?
—Por supuesto que el Festival de la Canchánchara es una plataforma absolutamente válida para la promoción y la preservación de la cultura trinitaria, y su creador, Pepe López, y todas las personas que lo están apoyando y que están colaborando, y que conforman su equipo, lo tienen muy claro, desde esa canchánchara gigante, desde esa bebida; es cierto que fue una bebida de los mambises cubanos, pero nosotros supimos apropiarnos de esa herencia mambisa y la hemos ligado a nuestra genuina tradición del barro, con una vasija muy especial y una manera muy agradable de tomarla, de ofrecerla, convertimos una bebida caliente en un trago frío que se puede tomar siempre, y siempre es bien recibido.
“Y ese punto de partida, esos espectáculos que nos está proponiendo el Festival en la plataforma, como decimos todos los trinitarios que se hizo en aquella emblemática primera Semana de la Cultura, yo creo que eso forma parte de la tradición del pueblo, estos aspectos del teatro, las exposiciones, este movimiento digamos cultural que entrelaza varias ofertas y varias manifestaciones, a mí me parece que hacen que el Festival de la Canchánchara sea, si no la mejor opción, para no ser absoluto, de promoción que tiene la cultura trinitaria, sí es una de las mejores opciones.
“Me parece muy acertado vincular a Manacas con toda esa historia como un sitio importante, no solo desde el punto de vista arquitectónico por esa fabulosa torre-campanario, sino también por sus parrandas, su música, su artesanía, por esa manera de conservar todo ese entorno en el Valle de los Ingenios. Así que ratifico que me parece una plataforma absolutamente válida, de muchísima convocatoria, de muchísimo poder y de la cual estamos bien orgullosos todos los trinitarios de que se celebre en la ciudad.
—¿Qué significa recibir el Premio Excelencias Canchánchara 2024?
—Recibir el premio Excelencias en el Festival de la Canchánchara es un honor que agradezco sinceramente a las personas que han decidido otorgármelo, y es a la vez un compromiso para seguir trabajando y colaborando en función de mantener vivas las tradiciones de esta ciudad, su cultura y la identidad del trinitario, esa identidad que nos hace ser un poco aferrados al terruño, un poco diferente quizás del resto de la isla, ese amor por la tierra, ese amor por el mar, ese sentir esta ciudad entre el mar y el monte y hacerla nuestra y defenderla y compartirla con todos los que nos visitan, es un compromiso.