Fernando Pérez, un cronista audiovisual sin muros

alina
11 March 2015 9:22pm
Fernando Pérez, un cronista audiovisual sin muros

La pared de las palabras bastaba por estos días para confirmar la genialidad de Fernando Pérez. El más reciente largometraje del director de Clandestinos, Hello Hemingway, Madagascar, La vida es silbar, Suite Habana y El ojo del canario, eclipsa cualquier otra cinta en cartelera en los cines cubanos.

Y, como si fuera poco, el aguzado cronista cinematográfico anuncia la culminación de un video clip sobre Canción fácil, un tema cortísimo (dos minutos de promedio) de la cantautora Martha Valdés, en la madura voz de Haydee Milanés.

  En décadas anteriores, que un director de cine asumiera la construcción de un cortometraje era natural y, si dudas, consolidó la carrera e imagen de diversos músicos. Las diferencias entre la producción de ese antes y esta época crecen a cada instante.

   De los géneros audiovisuales, el video clip es todavía una forma de expresión joven, pero de popularidad tan ascendente que a principios del siglo XXI una de las más antiguas artes: la música, corre casi al parejo de su supuesta imagen. A los jóvenes el instinto nos lleva directo a internet, a sitios como youtube, para ver, porque importa mucho ver, la letra o la melodía que nos agrada. Hasta pudiera pensarse que otras musas rigen hoy la composición, algunas notas musicales y letras se escriben específicamente para el clip y existen realizaciones que disfrazan, incluso magistralmente, mediocridades.

   Ese fenómeno ahora mismo aparece como los catarros, de pronto y en cualquier parte del planeta, pero cada vez que un buen realizador de cine decide incursionar en el género su concepto evoluciona o, al menos, retorna a parámetros de sobriedad, elegancia y codificación del relato, dignos de trascendencia.

   Si Michael Jackson y Madonna se convirtieron en el Rey y la Reina del Pop, respectivamente, en la década de 1980, más allá de sus innegables dotes artísticas fue gracias a la fijación a la que dieron lugar sus videos. Jackson se gastó dos millones de dólares (el coste más alto registrado en el mundo) en la producción de Thriller, un clip que encargó a un experimentado realizador del cine de terror, John Landis. Y según estudios de mercado, la obra fue el catalizador de ventas de ese álbum, aún el más vendido de la historia.

   En el listado de los Mejores Videos de Todos los Tiempos aparece también Vogue, de Madonna, dirigido por el famoso cineasta David Fincher, quien ya en 1990 había fabricado para la artista los cilp de Express Yourself y Oh Father.

   Al igual que Thriller años antes, Vogue sentó moda, revolucionó la estética, internacionalizó un estilo de danza circunscrito hasta entonces a las discotecas gays de Nueva York. La adopción durante el baile de sucesivas poses con los brazos y manos como si se tratara de una sesión fotográfica se denominó vogueing y Madonna lo introdujo para siempre en sus espectáculos. Ese cortometraje conquistó tres premios MTV Video Music Awards y llegó al puesto número uno en más de 30 países.

   Fincher, además de dirigir para el cine Se7en, The Game, Fight Club, Zodiac, La habitación del pánico, El curioso caso de Benjamin Button y The social network, entre otros largometrajes, fabricó videos clip para Sting, Ry Cooder, Paula Abdul, Aerosmith, Billy Idol, los Rolling Stones, George Michael y muchos otros artistas. En 1993, dirigió otro éxito de Madonna, Bad Girl, y ese mismo año Michael Jackson le encargó una segunda versión de Who Is It?

   El mismísimo Martin Scorsese en 1987 había hecho para el Rey del Pop el video clip de Bad, tema perteneciente al álbum homónimo. En cuanto a la Reina, antes de grabar Vogue, Madonna ausente de la música en todo 1988 y tras un sonado divorcio con el actor Sean Penn, reapareció artísticamente al año siguiente con Like a Prayer, un corto que confió a la directora de cine y televisión Mary Lambert, especializada en largometrajes de terror. Ella también asumiría la realización de los no menos famosos Borderline, Like a Virgin, Material Girl y La Isla Bonita.

   Videos de Queen, ABBA, Guns N' Roses, Bon Jovi y una legión de agrupaciones y artistas pudieran citarse como auténticas obras de arte, sin perder la esencia de un clip: el apoyo a la comercialización del producto, lo cual supone una fácil comprensión del material, o sea, el planteamiento de mensajes accesibles para la mayoría de los públicos. Con el video clip sucede como con el largometraje, existieron y existirán realizadores que sabrán llenarlo, honrarlo, o no.

   Como todo arte evolucionó, debido fundamentalmente a la revolución de las tecnologías digitales, a la fulminante diseminación de computadoras personales, el empequeñecimiento de cámaras, micrófonos, el fácil acceso a buenos softwares editores de audio y video para casi cualquier portador de una PC, la aparición de canales digitales como youtube, etcétera.

   En otras palabras, hoy no se necesitan grandes estudios para grabar y menos para editar un clip, muchos escenarios se pueden construir de manera digital y los medios de difusión se multiplican en redes.

   La era de los grandes cineastas al frente de un clip murió, sin obviar que resulta más barato hacer un corto por fuera que dentro de una industria de profesionales. Al margen de abundancias y carencias más profundas que las ya mencionadas, todo acercamiento de un director de cine a este género moderno merece aplausos y sin lugar a dudas, genera revuelo y expectativas.

   Al cineasta vivo más relevante de Cuba no le hubiera hecho falta hacer un video clip, pero como bien alega la periodista Paquita de Armas, Fernando Pérez es eternamente joven. A sus 70 años de edad, este artista solo habla de trabajar, colaborar, emocionar, crear y el clip es tan solo un medio más.

   La inspiración la encontró en Canción fácil, un tema cortísimo de la cantautora Martha Valdés, en la madura voz de Haydee Milanés, con una duración de dos minutos de promedio, similar a la extensión de las primeras películas de la historia del cine.

   Al decir de Armas, desde los primeros planos se siente a Fernando, su estética, su modo decir: el color, el tempo, el mar –casi un fetiche en su obra-, los rostros, ese conjunto que una vez más nos habla de tristezas y pérdidas.

   Para menor sorpresa, Pérez volvió a trabajar la fotografía de la obra con su colega de casi siempre, Raúl Pérez Ureta, elección que al mismo tiempo confirma el respeto al video clip, la intención conferir a este audiovisual un estilo o estética en la misma cuerda del resto de su producción.

   No hay paredes para detener a Fernando ni palabras para describir su dedicación a una profesión dentro de la cual no tiene ni sombra.

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