Algunas consideraciones sobre los viajes aéreos y la salud

Resulta interesante abordar el tópico “Riesgos de salud en los viajes internacionales” debido a la poca información con la que el viajero cuenta en general, acerca de los riesgos que pudieran afectar su salud en los viajes.
En los viajes en avión, en particular los de largas distancias, exponen a los pasajeros a factores que pueden afectar a su salud y bienestar, relacionados sobre todo con las condiciones de la cabina (presión del aire, humedad, niveles de ozono, radiación cósmica), la inmovilidad prolongada, la disrupción del ritmo circadiano cuando se viaja a distintas zonas horarias. Los pasajeros con antecedentes de problemas de salud son los más susceptibles de padecer estos trastornos y deberían consultar al médico con tiempo suficiente antes de tomar un vuelo, especialmente si la duración de éste es de tres o más horas.
Los efectos negativos de la inmovilidad prolongada pueden reducirse realizando ejercicios sencillos (contracciones de los músculos de las piernas) a intervalos frecuentes durante el vuelo, levantándose y desplazándose por la cabina cuando ello es posible.
Puede ser útil llevar medias de compresión gradual, especialmente diseñadas para viajar en avión, teniendo en cuenta la talla apropiada. La ropa debe ser cómoda. Después de la llegada, se pueden reducir los efectos del viaje realizando ejercicios suaves para estimular la circulación.
En el caso de transmisión de infecciones dentro del avión es uno de los puntos más álgidos, por ser un medio de rápida propagación de patógenos ya que puede comprometer un sinnúmero de vidas, países y continentes enteros en pocas horas, hechos observados principalmente con enfermedades respiratorias, pero que pueden incluir otras nosologías que representan una gran amenaza para la salud pública.
Por consiguiente, es de vital importancia que el personal de salud y la comunidad estén familiarizados con las formas de transmisión, el abordaje y la mitigación de este tipo de brotes.
El recambio de aire dentro del avión garantiza un ambiente estéril, el cual es perturbado por microorganismos y otros contaminantes que ingresan con los pasajeros. Pero no todos los individuos expuestos desarrollan la enfermedad, pues ello depende de otros factores ambientales que interactúan con el huésped, aunque el riesgo ha sido similar o menor al predicho para cualquier otro sitio público confinado en tierra.
Se ha documentado contagio dentro del avión por cuatro vías de transmisión: contacto directo, aerosoles, vehículo común y vectores.
Dentro de las medidas a tomar para el control con base en las recomendaciones internacionales para impedir la propagación de enfermedades de alta morbimortalidad difundidas por la OMS en el reglamento sanitario internacional y las guías de manejo para cada enfermedad, y de manera regional por los organismos de control encargados en cada país, se pueden identificar tres momentos críticos para contener un brote: antes del vuelo con la prevención, durante el vuelo con el manejo del pasajero enfermo y tras el vuelo con el control del evento.
La prevención primaria es el tratamiento más costo-efectivo para cualquier enfermedad. En este grupo se encuentra la vacunación previa al vuelo para el viajero y la tripulación, además, algunos países hacen prevención secundaria cuando se sospecha tuberculosis.
En cuanto al SARS, los pasajeros no deben abandonar un lugar considerado endémico, que incluye países como China, Singapur, Vietnam y Canadá, si hay presencia de tos y fiebre, hasta que se confirme que son negativos.
En términos generales, lo más importante es evitar que las aerolíneas transporten pasajeros enfermos y, por parte de los pasajeros, se recomienda no viajar mientras se esté padeciendo una enfermedad infecto-contagiosa, durante su periodo de transmisión, principalmente en sitios endémicos para un evento de importancia epidemiológica mundial.
Esta advertencia debe provenir del médico tratante ya sea al diagnosticar la infección, durante una consulta especializada antes del vuelo, o una alerta en los medios masivos de comunicación expedida por las autoridades sanitarias). Sin embargo, pacientes tuberculosos conocidos que requieran vuelos cortos podrían viajar con tapabocas quirúrgico, si la aerolínea y las autoridades sanitarias del lugar de origen y de destino están de acuerdo, aunque en estos casos es preferible el uso de ambulancias aéreas o vuelos chárter.
Finalmente para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas en vuelo, las acciones deben iniciarse en tierra; por lo tanto, es primordial enfatizar la realización de la consulta antes del vuelo, hecha por un médico con conocimiento de medicina del viajero o en un centro de salud especializado en el área, idealmente 4 a 8 semanas antes de partir.
Aunque la consulta el día anterior también representa un beneficio adicional, esto es crucial para que el pasajero obtenga la información necesaria, permitiéndole disminuir los riesgos en salud a los que se puede exponer, al ser una asesoría personalizada que contempla los itinerarios del viaje e inicia medidas profilácticas.
Además, hay que insistir en el reporte obligatorio de enfermedades de importancia para la salud pública a organismos de salud y entidades de aviación, evitando transportar enfermos y garantizando el desencadenamiento eficiente de las medidas de control.
Para lograr esto, se debe entrenar periódicamente al personal de salud, de aviación y al pasajero, para evitar que este último se convierta en un caso, frenando, así, tragedias mundiales como son las pandemias.