La Fiesta Internacional del Vino, nacida con el siglo

En aras de dar a conocer nuevos productos, fomentar el conocimiento vitivinícola y elevar el nivel profesional del personal de servicios en la hotelería y la gastronomía, fue convocada por el Hotel Nacional de Cuba, en el 2000, la primera edición de la Fiesta del Vino, cuya sede principal fue el Salón 1930, devenido asiento habitual.
Luego de un cuarto de siglo, el único evento cuyo comité organizador son los propios trabajadores del Hotel Nacional, presidido por su director general, ha llegado este 2025 a la XXIV edición, los días 1, 2 y 3 de octubre, siempre bajo la premisa de satisfacer las expectativas de los asistentes.
Guiados por las ideas del entonces director general, Antonio Martínez, siempre presente, varios profesionales del Nacional, amantes y conocedores de la materia, convocaron a bodegas y empresas comercializadoras de vinos presentes en el país a participar con muestras sin valor comercial.
A partir de entonces, ha mostrado un crecimiento sostenido, hasta contar con más de 20 estands y, en algunas ediciones, la representación de más de 150 bodegas entre el Nuevo y Viejo Mundo; asimismo, se han degustado vinos tranquilos, espumosos y fortificados de regiones como España, Italia, Francia, Portugal, Alemania, Estados Unidos, Chile, Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Hungría, Moldavia, Georgia, entre otras.
La extensión del alcance de la convocatoria en el ámbito global conllevó a la mediación de embajadas y al incremento de importaciones necesarias para conformar las muestras expositivas, de ahí que se requiriera el apoyo de la Cámara de Comercio de la República de Cuba y la Agencia Transitaria Palco que, cada una con sus funciones específicas, han facilitado la presencia de empresas extranjeras y bodegas no radicadas en el país.
Al unísono de la exposición comercial, otras actividades de gran rigor profesional lo han identificado, tales como catas a ciegas, lanzamientos de productos, conferencias magistrales, intercambios con proveedores, maridajes de vinos con Habanos y platos, exposiciones de artes plásticas y presentaciones culturales.
Sobre la Cata a Ciegas, única de su tipo en Cuba capaz de reunir vinos desde económicos hasta de alta gama, vale aclarar que es una actividad competitiva entre las bodegas presentes, en las categorías de Tinto, Blanco, Espumoso, Dulce y Fortificado, guiada por un jurado integrado por expertos de disímiles procedencias. De las actividades del programa son muy atractivas también las presentaciones de bodegas, enólogos y prestigiosos sumilleres.
Trascienden los maridajes, tanto el de Habanos con vinos, cata hecha a ciegas que potencia uno de los elementos más identitarios de Cuba, realizada en el Cabaret Parisién, y que se sella con el premio al mejor; como el maridaje de platos y vinos, desarrollado ocasionalmente, degustación cuya decisión del mejor corre a cargo del criterio conjunto del público asistente y los profesionales. Estos segmentos han contado con el favor de Habanos S.A., la Asociación de Cantineros de Cuba y la Federación Culinaria de Cuba.
Vale mencionar que un sin número de medios y revistas especializadas, entre ellas Excelencias Gourmet, han acompañado a la Fiesta Internacional del Vino, dando a conocer a Cuba y al mundo sus particularidades.
Sobresalen por su mayor participación las marcas Freixenet –presente en todas las ediciones–, Torres y Sardá (actual Roqueta), y los países con mayor representación histórica, Italia y España.
Para esta breve reseña, se ha tomado como fuente las “Memorias personales. Ediciones Fiesta del Vino” de Víctor G. Rosquete Pérez, uno de los artífices de su continuidad y posicionamiento.