Traga Fuegos en Cuba: Dragones Humanos
Peligrosa actividad artística la del traga fuegos, lanzafuegos o escupe fuegos, que es, sin embargo, una de las más espectaculares y fascinantes para el público, por su elevado dramatismo.
La ilusión está dada por la simulación de expulsar fuego por la boca, pero lo que en realidad expulsa, en forma de chorro o rocío, es líquido inflamable (gasolina) que, al entrar en contacto con una flama cercana, crea una bola de fuego.
Probablemente este arte surgió en la India, razón por la que a veces los “lanzafuegos”, se visten de faquir o forman parte de alguna trama circense de exótica intención orientalista, para hacerle honor a la tradición.
El acto es muy riesgoso y no deben realizarlo personas inexpertas, pues pueden sufrir serias quemaduras en el cuerpo, la boca y hasta en la garganta y los pulmones por inhalar el combustible. Para reducir la posibilidad de un accidente, los practicantes de esta habilidad, se limpian con frecuencia la boca, entre una llamarada y otra.
Aunque la espectacularidad del acto es elevada, los requerimientos para su realización son mínimos, basta con un poco de combustible y una antorcha pequeña. Suele representarse en espectáculos al aire libre, como calles, parques o plazas, al mejor estilo de los cirqueros medievales.
El mito de los dragones debe de haber inspirado la realización de este acto circense, o simplemente la intensión de sus practicantes, de mostrar que tienen un poder especial que les permite dominar el fuego.
En algunos bailes y ceremonias religiosas de origen africano como el vudú, los danzantes demuestran su fuerza y virilidad, pasándose antorchas encendidas por el cuerpo desnudo, los genitales y terminan extinguiendo el fuego en la boca, expulsando una nube de humo.
Como dato curioso Durante la Segunda Guerra Mundial, los lanzallamas utilizados funcionaban por un principio parecido al de los “lanzafuegos” humanos: almacenaban a presión el combustible que, al ser disparados por una boquilla, con una llama piloto encendida, quemaban todo en una distancia de 50 metros.
Los operadores de estas armas eran muy odiados por todos los bandos contendientes, por lo que fueron un objetivo priorizado de los francotiradores y en caso de caer prisioneros se les fusilaba sin miramientos, o se les quemaba vivo con su propia arma.
Nota: Todas las fotos son de Rolando Pujol, tomadas en Cuba antes de la pandemia de la COVID-19
