Meliá Trinidad Península: Un modelo de turismo accesible y sostenible en Cuba

En un rincón privilegiado de la costa sur de Cuba, donde la Sierra del Escambray se refleja en las aguas del Caribe, el Meliá Trinidad Península despliega su silueta moderna como un emblema de innovación y sensibilidad social. Este coloso de cinco estrellas, inaugurado el 16 de enero de 2023, no solo recupera el esplendor del otrora activo puerto de Casilda —donde hasta 2018 atracaban cruceros—, sino que redefine el concepto de hospitalidad con un 98% de ocupación que confirma su éxito.

Sus 401 habitaciones, distribuidas en siete bloques de tres plantas, fusionan tecnología y accesibilidad: las primeras plantas, con acceso directo a piscinas, están diseñadas para el turismo accesible, mientras la zona LEVEL —exclusiva para adultos— ofrece recepción privada y servicios premium. Cada habitación es un ejemplo de domótica inteligente: sensores de presencia regulan luces y clima sin borrar las preferencias del huésped, y balcones que, al abrirse, detienen automáticamente el aire acondicionado para ahorrar energía.

El compromiso ambiental se respira en cada detalle. Paneles fotovoltaicos generan el 80% de la energía del hotel, respaldados por baterías que garantizan cuatro horas de autonomía y grupos electrógenos para emergencias. Hasta los vasos y platos son biodegradables, y una carta vegana —creada por demanda de viajeros conscientes— complementa sus siete restaurantes, donde destacan especialidades gourmet y bufets con sabores locales e internacionales.

Con 11 piscinas que brillan bajo el sol tropical y un punto náutico que ofrece kayaks, catamaranes y bicicletas, el complejo se convierte en un universo de experiencias. Los 700 m² del Salón Trinidad, adaptable para banquetes o congresos, ya han acogido eventos internacionales como la cena del grupo brasileño Fan, mientras los códigos QR en bares y habitaciones agilizan pedidos y consultas, eliminando el papel.

Atrayendo mercados desde Canadá hasta Europa, el Meliá Trinidad Península se erige como un puente entre la Trinidad colonial —Patrimonio de la Humanidad a solo unos kilómetros— y un futuro donde la tecnología sirve a la comodidad y al planeta. Aquí, hasta las puestas de sol sobre la bahía de Casilda parecen celebrar un modelo turístico que no solo aloja cuerpos, sino que inspira conciencias: un lugar donde la excelencia no entiende de barreras, y cada avance técnico es un tributo al entorno que lo rodea.