Viajeros de Estados Unidos copan alojamientos en Cuba

A pesar del vigente bloqueo impuesto por Washington, Cuba se encuentra en estos momentos inundada de viajeros procedentes de Estados Unidos, según reportan turoperadores norteamericanos.
Una cifra impredecible de potenciales turistas estadounidenses intenta aprovechar la brecha abierta en diciembre pasado, tras reanudarse las relaciones diplomáticas entre el gigante norteño y la hasta entonces isla maldita, a la que de repente descubren como un paraíso oculto.
Entre enero y principios de septiembre se contaba la llegada más de 100 mil portadores del pasaporte del aguilón, como lo llaman ingeniosos habaneros, malabaristas del lenguaje y el buen humor.
En realidad, las calles del centro histórico de La Habana Vieja rebosan de turistas de todas partes, pero por algún secreto recurso los norteamericanos sobresalen entre europeos, latinos o asiáticos.
También ocupan todas las plazas disponibles en los más lujosos y confortables hoteles de cuatro y cinco estrellas de la capital de la mayor de las Antillas, a la que el Papa Francisco recordó en su reciente estancia su privilegiada posición de Llave del Golfo, fiel de las Américas.
Transcurridos nueve meses desde el anuncio de la nueva luna de miel de Washington y La Habana, hay millones de ojos aguardando el alumbramiento del nuevo fruto del entendimiento en paz y armonía: el fin del bloqueo económico, comercial y financiero que este mes volverá a debate en Naciones Unidas.
La decisión está en manos del Congreso, al que el presidente Barack Obama pidió que votara una ley que termine con su andamiaje de sanciones.
Uno de los reclamos de mayor fuerza parte de la industria de los viajes y la hospitalidad de Estados Unidos, que incluye a turoperadores, navieras, líneas aéreas, así como poderosos grupos de inversionistas en hotelería de lujo, puertos y otras facilidades, ansiosos por aterrizar en la Isla.
Las recientes medidas de flexibilización anunciadas por la Casa Blanca cayeron bien, pero dejaron insatisfechos a turoperadores e inversionistas que aguardan una verdadera apertura a los negocios.
Según indicó el muy informado analista David Cogswell en el periódico especializado Travel Pulse en un reporte titulado Stand by for Cuba's Upcoming Renaissance en los nueve meses transcurridos desde el restablecimiento de relaciones las capacidades de alojamiento aptas para los norteamericanos han sido copadas.
“La cuestión de ahora en adelante es capacidad”, alertó. La apertura autorizada de los viajes bajo la norma “contactos pueblo a pueblo”, condición impuesta por Washington, agotó las disponibilidades, agregó.
En su opinión, “hasta que las compañías hoteleras multinacionales se las arreglen para edificar nuevos hoteles en Cuba, la cuestión de la capacidad se tornará un techo para el crecimiento del flujo turístico”.
Sin embargo, el propio Cogswell se detiene en ese punto y pregunta: ¿o no es así? Y lo hace porque, demostrando un conocimiento del terreno que pisa, alerta que se debe tener presente que Cuba es un país fuera de serie. (let’s remember that we are dealing with Cuba, a country that is like no other). Y eso abre otros caminos.
Tratándose de resolución, dice, los cubanos han mostrado capacidades más allá de lo que nadie pueda imaginar.
Y añade que “bajo el embargo norteamericano, durante medio siglo, Cuba ha servido como laboratorio para demostrar la ilimitada capacidad humana de potencialidad y creatividad”.
Por eso, ante el desánimo de quienes en Estados Unidos temen que será necesario esperar por las inversiones multimillonarias, para construir grandes hoteles de lujo que alojen a cientos de miles o millones de turistas norteamericanos, esgrime argumentos sorprendentes.
Al respecto pone como ejemplo lo que califica de milagro de convertir en joyas a los autos hechos en Detroit que se quedaron rodando en Cuba desde finales de la década de 1950. O mucho mejor –dice- un sistema de salud de clase mundial que ofrece servicio gratis a todos sus ciudadanos y exporta tecnología curativa al mundo, mientras en Estados Unidos, el país más rico del mundo, todavía se lucha por un sistema que ofrezca atención médica a la población.
Cogswell predice que “los cubanos responderán con la misma creatividad que mostraron en el pasado” para resolver el problema de capacidad de alojamiento. Y a seguidas destaca la aparición de restaurantes gourmet o paladares y casas particulares, que ofrecen un servicio de alojamiento de primera, como lo requieren los visitantes norteamericanos.
Será mejor que los inversionistas se apuren, dice, porque la proliferación de casas, hostales y hoteles boutiques nacidos del espíritu emprendedor de los cubanos, los dejará atrás.
Es cierto, por toda Cuba hay un movimiento de construcción y acondicionamiento de casas y sitios para atender turistas que le dan la razón.
Un ejemplo notable es el Centro Histórico de la Habana Vieja donde, según explicó esta semana la máster Niurka Cruz, en un seminario sobre Turismo Sostenible, ha ocurrido un vuelco en la animación nocturna y las ofertas de alojamiento y entretenimiento.
Eso se debe a la iniciativa de los “trabajadores por cuenta propia”, como se llama a los nuevos emprendedores que reciben licencia para esas actividades, puntualizó en el evento internacional organizado por la Facultad de Turismo de la Universidad de La Habana.
Cruz, arquitecta y especialista en restauración de monumentos de la Oficina del Historiador de la Ciudad, reveló que La Habana recibe el 43 por ciento de los tres millones de turistas que llegan al país y posee el 21 por ciento de las habitaciones disponibles.
Y dando la razón a lo que dice Cogswell dijo que la estancia de huéspedes en casas particulares es de 5,5 días o más, mientras que en los hoteles estatales es de 3,4 días.
Apenas un par de datos permiten atisbar una tendencia que de hecho las autoridades cubanas han identificado y comienzan a utilizar como parte de una estrategia nacional para asegurar alojamiento y atenciones de la mayor calidad, en un entorno seguro y saludable.