Santiago de Cuba: Ciudad Cantada

Santiago de Cuba es una ciudad a la que le han cantado algunos de los más prestigiosos poetas cubanos. Martí la inmortalizó, en una frase, cuando al hablar de Heredia dijo: donde son más altas la palmas la infatigable Santiago, nació Heredia. Dato curioso. Santiago de Cuba está presente en lo mejor de la narrativa caribeña, Walter Roberts, Alejo Carpentier y Gabriel García Márquez la mencionan favorablemente en sus novelas.
En el siglo XX, un gran poeta revolucionario, Manuel Navarro Luna, dejó dicho: Es Santiago de Cuba, no os asombréis de nada .Quizás el más extensopoema, que tiene como fondo la ciudad y protagonista a Frank País García, sea el de César López, en su Primer, Segundo, Tercer y Cuarto Libro de la Ciudad. Por contraposición, el más breve, sintético y más conocido es el de Waldo Leyva, Para cantarle a la Cuidad, que argumenta y afirma por sucesivas negaciones. En tres cuerdas distintas pero emotivas y talentosas ambas, Beny Moré, Pedro Luis Ferrer y Roberto Valera, stricto sensu, le han cantado a la ciudad.
Ahora lo hace, para los niños, como público privilegiado, el poeta y narrador santiaguero José Orpí Galí. ¡Qué bueno! La lectura es amena, agridulce, simpática, alentadora. Escrito en romances, que se avienen con el tono y la intención del autor. Aquí no abandona los más exitosos recursos de su poesía, el tono conversacional e íntimo, la sencillez formal y la profundidad conceptual. Pero el poeta no ha creado en la soledad para que el libro vea la luz. Es el fruto de un colectivo. Un grupo de niños, que fueran orientados por la destacada artista de la plástica Vivian Lozano, haciendo válida su condición de pedagoga, guió a los noveles creadores, sin imposiciones, ni forzamientos hacia el fin requerido, bellamente logrado. A esta hermosa labor se unió la poeta Teresa Melo y la entusiasta Dra. Olga Portuondo, animadora de la idea. Creo que los dibujos de los niños brillan con luz propia, embelleciendo y actualizando la visión histórica del hecho.
La lectura de la Historia suele verse como algo árido, aburrido y casi improductivo En realidad, los primeros historiadores fueron los poetas, de ahí las grandes epopeyas, en las que se entremezclan el ímpetu bélico, la problemática social y los conflictos humanos.
En el libro de Orpí, hasta donde alcanzan mis conocimientos, se puede encontrar casi todo lo más significativo de la historia santiaguera. Quizás fuera mucho pedirle que estuviera, además, la sublevación de los cobreros, la presencia de Santiago Cándamo, la muerte de América Lavadí o una breve reseña de la explosión artístico-cultural de Santiago después de 1959. Es que no resulta fácil resumir tanta historia.
Sin embargo, me dejo llevar por la tentación y expongo algunos criterios. Me resulta feliz que el poeta notable de descubrimiento sino de encuentro; así como al hablar de las fortificaciones, mencione la pobreza de las casas, las epidemias y los temblores, que asolaban la ciudad. Hay datos curiosos como la invasión de las culebras, o cómo se detuvo el reloj de la Catedral o la existencia de un aeropuerto en San Pedrito. Asimismo, me alegra la presencia y evolución del carnaval con sus defensores y detractores. De igual modo, la impronta francesa -¿o francohaitiana?- que nos otorga una peculiaridad en la identidad cubana. Y, del mismo modo, el hecho innegable de nuestra cultura alcohólica con su producción desde el siglo XIX.
Mencionar todos los próceres de nuestras guerras independentistas y por la liberación nacional sería una tarea compleja pero, afortunadamente, testimonia sobre los insoslayables, que los representan a todos. De paso, alumbra sobre el peso de la familia en la tradición cultural santiaguera.
En el siglo XX no deja fuera la lucha entre tradición y modernidad; arte y política. Su aguda perspectiva, sensible y culta, apasionada e inteligente sabe extrae, a golpe de metáfora, lo más aportativo para la formación cultural integral de las más jóvenes generaciones.
Es Orpí poeta de expresividad y recursos. Ya había escrito para niños, con mucho éxito, Para despertar el duende (Ediciones Santiago, 2013) y El libro de los asombros (Editorial Oriente, 2010). Su lenguaje poético enriquece y amalgama la historia que cuenta; menciona sucesos y logra un nivel connotativo, que dimensiona la realidad histórica, sin desfigurarla pero inundándola con el símbolo de lo entrañable.
El poeta capta la esencialidad de los rasgos del santiaguero como ente social y cultural: valerosos, fieles, solidarios, empecinados, familiares, respetuosos, dignos y amantes de su ciudad. El tono es épico pero no es grandilocuente; majestuoso pero no engolado; lírico pero no melodramático. Orpí no desdeña nada. Abarca con similar intensidad el evento histórico de gran magnitud así como el esfuerzo común de la vida cotidiana. Propone significaciones para que el poema gane en altura y vuelo, se expansione y amplíe. Le ofrece una mirada novedosa sobre su ciudad y, con ello, logra que el lector se sienta motivado por indagar sobre su historia y entorno. Creo que debemos agradecer a Orpí el empeño que ha coronado el esfuerzo. De igual manera, a todos los que colaboraron para que el libro haya sido una realidad.