John Kerry proclama nueva época de vecindad con Cuba

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14 August 2015 7:51pm
John Kerry proclama nueva época de vecindad con Cuba

El izamiento de bandera de Estados Unidos  en La Habana alcanzó este viernes momentos de hondo dramatismo,  a la altura del acontecimiento histórico, coronado por una genuina explosión de alegría en los rostros, enrojecidos por un fuerte sol que iluminó la ceremonia, la cual llegó a provocar lágrimas, aplausos, alegres sonrisas y esperanzadores abrazos.

Por fin, el secretario de Estado norteamericano John Kerry cumplía su deseo de asistir personalmente  en la capital cubana al momento crucial que pondría fin a más de medio siglo de incomunicación y hostilidad, entre dos naciones separadas por las 90 millas del Estrecho de la Florida.

Hemos emprendido este camino –dijo- sin ninguna ilusión de que vaya a ser fácil; pero todos confiamos en nuestras intenciones. Confiamos en los contactos que hemos establecido y complacidos por las amistades que hemos empezado a forjar, estamos seguros que este es el momento de acercarnos, como dos pueblo que ya no son enemigos o rivales, sino vecinos.

Ha llegado el momento de desplegar nuestras banderas, enarbolarlas y hacer saber al mundo que nos queremos, que nos deseamos los mejor los unos a los otros.

A ningún observador atento podría escapar la idea central contenida en las palabras con las que Kerry celebraba la ocasión de ser el primer funcionario de su rango que visita la Isla desde el lejano 1945. Tampoco podía escapar el gesto breve con el que limpió una lágrima que asomaba en su ojo izquierdo.

Sonrió, se veía impregnado del mismo espíritu de satisfacción que lo hizo declarar al llegar: Esta mañana me siento en casa y agradezco a aquellos que han venido a compartir en este ceremonia y a los que están afuera de nuestras rejas. Me siento en casa porque en realidad se trata de una ocasión memorable.

Llegó al aeropuerto pasada la hora fijada, con cierto retraso, pero se le vio ágil, dispuesto, a pesar de apoyarse en un bastón. Descendió con paso decidido frente al relumbrante edificio que ahora luce en su frente la inscripción Embajada de Estados Unidos de América. Atrás, estacionados en la ancha avenida que bordea el Malecón habanero, bañado por las azules aguas del océano Atlántico, quedaron estacionados tres antiguos pero relucientes autos norteamericanos de la década del 50, de los que circulan muchos en la capital cubana.

Era una señal, que se confirmó tan pronto terminó el acto: Kerry deseaba “andar La Habana” y allí lo esperaba el protagonista de ese programa, Eusebio Leal, el Historiador de la Ciudad, con quien un rato más tarde, después de cumplir  el compromiso de las conversaciones con su par, el Canciller Bruno Rodríguez, se le vio sin chaqueta ni corbata, recorriendo las restauradas calles y plazas del Centro Histórico, deslumbrante en su belleza colonial.

En un abrir y cerrar de ojos cumplió el sueño que acarician hoy  decenas de miles de norteamericanos: se transformó en un turista de visita en La Habana, dando fe de sus palabras un poco antes, cuando dijo: Quiero ser claro: el establecimiento de relaciones diplomáticas normales no es un favor que hace un gobierno a otro. Es algo que los países hacen juntos cuando los ciudadanos de ambos se benefician. En este caso la reapertura de nuestras embajadas es importante bajo dos niveles, de persona a persona y de gobierno a gobierno.

Ante todo –dijo- nosotros creemos que sería útil para el pueblo de nuestras naciones saber más los unos de los otros. Conocerse, encontrarse. Por eso nos alienta que losviajes de los EEUU hacia Cuba ya hayan aumentado en un 35% desde enero y sigue creciendo.

Es evidente que la normalización plena de las relaciones tomará tiempo y negociaciones, pero nada como el contacto directo entre los dos pueblos podrá contribuir a acelerar ese proceso que tiene en la industria turística una locomotora que lo hará avanzar sobre rieles, en tanto las líneas aéreas aguardan una luz verde del gobierno norteamericano y el Congreso para imprimirle  una velocidad supersónica.

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