Cuba podría ser un paraíso para los cruceros

En la actualidad las instalaciones para atraque de cruceros en Cuba solo son explotadas en un 10 por ciento, mientras el principal problema corresponde a las medidas económicas de Washington contra La Habana por más de 50 años, por lo menos desde el punto de vista gubernamental.
La actividad de cruceros tiene fuertes potencialidades en Cuba, teniendo en cuenta que esta isla lleva una posición privilegiada desde el punto de vista geográfico y a su alrededor corren las principales rutas de navegación de esta modalidad recreativa.
De acuerdo con fuentes oficiales, esas potencialidades solo se aprovechan en un 10 por ciento, pero el Ministerio de Turismo (Mintur) augura un futuro promisorio para dichos atraques.
Inversiones y promoción constituye en la actualidad parte de una campaña más amplia del país para colocarse en los mejores lugares en cuanto a destino turístico, de ahí, las campañas en Europa, Canadá y Latinoamérica.
Un fuerte empuje del Mintur persigue sobrepasar los 3 millones de visitantes por año (previsto para 2014) y de esa manera llamar la atención no solo para los interesados en la modalidad de sol y playa, sino también atraer a los buscadores de viajes de naturaleza, náutica y cultura, entre otros.
Sin embargo, el tema de los barcos es un tanto peliagudo, si tenemos en cuenta que, de un despegue con fuerza en los años 90 del pasado siglo, casi a la par de que La Habana abrazara al turismo como industria, se manifestó de repente un retroceso.
Ese viraje tuvo dos elementos, uno el criterio de algunas voces del gobierno cubano que vio el viaje de cruceros como poco rentable para el turismo insular y por otra parte entender de manera errónea las afectaciones medioambientales de esos grandes barcos.
Por si fuera poco, la espada de Damocles más demoledora para este tipo de viajes estuvo en el embargo estadounidense, por más de 50 años, fuertemente criticado incluso por los empresarios de ese país, deseosos de aprovechar las posibilidades comerciales de su vecino del sur.
En cuanto al tema de criterios, desapareció poco después al apreciarse de manera objetiva los beneficios de esos viajes, el atractivo para muchas personas y el impacto para posteriores estancias de más larga duración.
No obstante, el tema de las trabas y leyes estadounidense persiste y aunque muchos tienen esperanza de que se desvanezcan en breve, otros le auguran mucho más tiempo.
UNA BARRERA DE MUCHO IMPACTO
Las restricciones de Washington contra La Habana desde los años 60 ahora se sienten con fuerza particular en el mar, no solo en el tema de los cruceros, sino de otros tipos de viajes como los de los yates privados y los pescadores.
Recientemente, funcionarios del gobierno cubano, aprovecharon el masivo rechazo empresarial a esas medidas para ejemplificar con el caso de los cruceros.
Las restricciones económicas y comerciales aparecieron con especial prioridad en la carpeta del director general de Aries Transportes S.A., Norberto Pérez. Aries es la empresa dedicada por La Habana para atender los temas navieros y de terminales de cruceros, sobre todo a partir de 2005, cuando concluyeron acuerdos con entidades extranjeras en ese sentido.
Pérez, en representación de las Terminales de Cruceros y del Ministerio de Transportes de Cuba, añadió que en total tales barreras implican dejar de percibir por año 149 millones 520 mil 280 dólares.
Dijo que Cuba en 1995 creó instalaciones para atraques de este tipo de barcos en La Habana, la capital, la oriental ciudad de Santiago de Cuba, la central Cienfuegos, y escalas en la occidental playa de Punta Francés, en la Isla de la Juventud.
Dichas terminales y puntos se mantienen subutilizados “por la acción del bloqueo” –recalcó el funcionario- quien refirió la prohibición a los estadounidenses de viajar a Cuba por vía marítima y el recrudecimiento de las trabas debido a la Ley Torricelli, legislación que prohíbe a las naves de Estados Unidos tocar puertos cubanos y a barcos de otras nacionalidades les impide arribar a sus puertos en un período de 180 días, luego de llegar a este archipiélago.
Dijo que las instalaciones creadas permiten operar 21 buques de crucero por semana, a razón de 8 en La Habana, 4 en Santiago, 4 en Cienfuegos y 5 escalas en Punta Francés, teniendo en cuenta un promedio por nave de mil 90 pasajeros.
Calculó como posibilidad afectada un movimiento en las terminales cubanas de un millón 190 mil 800 pasajeros, y 161 mil 200 tripulantes en cada año.
La Asociación de Cruceros del Caribe y la Florida estima, en cuanto a ingresos promedio para países receptores (del Caribe), en 95,92 dólares por pasajero en cada escala, y 96,98 dólares por tripulante, más otros gastos, lo que conduce a la afectación mencionada por año para Cuba.
El mejor año contabilizado, 2005, solo logró acaparar el 10 por ciento de la explotación de esas terminales, con 122 escalas y 102 mil 440 pasajeros, pero en 2009, por ejemplo, registraron 20 escalas con 6 mil 368 pasajeros (solo se logra promediar 20-30 escalas).
Pese a que para este año se espera cerrar con 141 escalas y 35 mil pasajeros promedio, aún constituye una cifra sumamente pequeña comparada con las potencialidades cubanas, explicó.
Tales cálculos conducen a que, de abril de 1995 a abril de 2013, Cuba tuvo una afectación de 2 mil 240 millones de dólares por la actividad de cruceros, debido a las barreras norteamericanas.
Agregó el experto, que a ello hay que sumar la necesidad de mantener esas instalaciones de cruceros para las ínfimas operaciones en camino, a un costo anual de unos 140 mil dólares.
Todo parece indicar por tanto, que una vez que concluyan las trabas estadounidenses, Cuba puede transformarse en un paraíso para los atraques de los grandes barcos, e incluso emular con otros lugares fundamentales para ello como es el caso de las Bahamas.
Sin embargo, todavía hay vasto camino por recorrer, o aguas por navegar, para deparar el lugar que le corresponde a este archipiélago en cubano a los hoteles flotantes.