Carlos Acosta anuncia su retiro del ballet

Carlos Acosta, el “hombre bala” que hace soñar con el olimpo de la danza a cientos de estudiantes de ballet en Cuba, anunció su retiro del estilo clásico en 2015. Nadie pudo vaticinar que este descendiente de esclavos se convertiría en el único bailarín negro hasta el momento capaz de llegar y mantenerse en la cúspide mundial en ese arte.
Hace unos meses, el príncipe de Gales le confirió el título de Comandante del Imperio Británico, y durante la ceremonia, en el palacio de Buckingham, alabó al cubano por haberse convertido en una inspiración para jóvenes humildes.
El llamado “Superman Acosta” no tenía muchas ilusiones a los 17 años de edad, cuando vivía en la modesta barriada de Los Pinos, en La Habana. Tras un comienzo difícil en el ballet, Carlos Junior –bajo la guía de la maestra Ramona de Saá- era, sin saberlo, uno de los mejores bailarines de la Escuela Nacional. “Siempre viví sin esperar muchos resultados de la vida y me había adaptado a eso, como para evitar la desilusión. De repente, gané el Grand Prix de Lausana (Suiza) y no podía creerlo”, me comentó hace algún tiempo.
En los primeros años de estudio, Carlos casi ganó la expulsión por indisciplina de la escuela elemental de ballet, pero el padre -expresidiario- persistió en el empeño educativo. El camionero Pedro Acosta ansiaba que el hijo creciera en un mejor ambiente y fuese en la vida alguien de mayores perspectivas. Aquel sueño se hizo realidad, pero no llegó gratuitamente.
“Yo trabajé muchísimo, quería ser muy bueno y me daba cuenta de que si trabajaba de verdad, podía cambiar mi futuro y el de mi familia. El ticket ganador era mi trabajo y entonces mientras mucha gente jugaba fútbol, Carlos Acosta estaba trabajando en un salón, haciendo doble tours para los dos lados. Ahora, la gente viene y dice: “¡mira esto y mira lo otro!” Y si ustedes supieran el trabajo que hay detrás de todo eso y la dedicación. Incluso, me lastimé muchas veces por la obsesión de ser muy bueno, pero así es como se llega”, aseguró el hijo agradecido.
En 1991, el artista comenzó su carrera profesional en las filas del cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba (BNC) cuando una propuesta como primer bailarín del English National Ballet llegó a sus manos y no se lo pensó dos veces. Tenía 18 años y el mundo le empezaba a sonreír.
Cuenta que llegó a Londres con su mochila y sus sueños, nada más. El idioma inglés apenas lo entendía, hasta la falta de arroz con frijoles le hizo difícil los primeros tiempos. El cubano se abrió a otros estilos de danza y escuelas, pronto el Houston Ballet lo atrajotambién en calidad deprimera figura,la prensa norteamericana lo distinguió como una relevación mundial y nombró heredero de las máximas celebridades del ballet clásico: Nijinski, Nureyev y Barishnikov.A fines del siglo XX, el Royal Ballet de Londres llamó a Carlos y desde entonces se convirtió en su casa.
En Gran Bretaña, el danzante recibió el Premio Nacional de la crítica especializada y una nominación a los Laurence Olivier por su primera coreografía “Tocororo: Fábula cubana”. Estrella al fin, ha sido invitado de todos los grandes teatros del mundo y compañías como la Ópera de París, el Ballet Bolshoi y el American Ballet Theatre, entre muchas.
El público le responde de manera fabulosa en cualquier escenario del planeta, también la prensa y las parejas de baile. En Cuba, su pueblo le vio bailar junto a la extraordinaria española Tamara Rojo, una de sus parejas habituales, y disfrutó de una química similar con la italiana Alexandra Ferri, otra grande con quien bailó en la clausura de un Festival minutos después de conocerla en vivo, sin un solo ensayo. Además, saboreó cada baile compartido con excelentes artistas del patio como Lorna Feijóo, Alihaydée Carreño y Viengsay Valdés.
Gran parte de la crítica considera a Acosta el mejor bailarín de su generación. En 2013, recibió aplausos por crear una versión de una de las más trascendentales puestas del siglo XIX, “Don Quijote”, para el Royal Ballet. Ahora, planea una coreografía propia de “Carmen” para la misma compañía y amenaza con convertir esa temporada de estreno, en septiembre de 2015, en su última aparición dentro de un clásico.
Sin embargo, el bailarín estrella, que cuenta con dos libros escritos y dos actuaciones en cine, aseguró que continuará su carrera dentro de la danza contemporánea. Acosta nunca se retirará por completo, fiel al credo que una tarde calurosa me reveló: “el ballet no es una profesión, sino un estilo de vida”. Él lo ha sabido ilustrar de manera tan perfecta y aún le quedan tantos proyectos e ilusiones por consumar, que su gran carrera está lejos del fin.