Las casas que sobrevivieron a las termitas

Texto y fotos: Rolando Pujol

Fueron las empresas norteamericanas que se establecieron en Cuba en los primeros años del siglo XX las que introdujeron en la isla el sistema de viviendas de madera estandarizado, en las poblaciones recién fundadas por dichas entidades. 

Se basaban en el patrón de construcciones seriadas del llamado estilo balloon frame, consistente en una estructura de listones finos y numerosos, fáciles de manejar, rápidos de montar, que pueden clavarse entre sí. Con esa tipología constructiva se hizo posible levantar viviendas ligeras de una y dos plantas. 

Así, las poblaciones rurales comienzan a modificar su fisonomía tradicional colonial y ecléctica, con la introducción de bungalows, o casas de madera prefabricadas, erigidas fundamentalmente en comunidades azucareras, mineras y portuarias, que nacieron en medio del impulso del capital extranjero, particularmente norteamericano. 

Los diseños de estos poblados se trataban de armonizar con las condiciones particulares del lugar, valorando en el diseño de las casas, la temperatura promedio, la humedad relativa, la topografía y el entorno en general del lugar, teniendo en cuenta los criterios urbanísticos establecidos por el movimiento de “Pueblos Modelos”, surgido a finales del siglo XIX en los Estados Unidos. 

Si bien se mantenía la segregación de las casas de los cargos administrativos de mayor jerarquía, de las viviendas de los empleados y técnicos de menor nivel, el concepto de urbanización contemplaba la existencia de jardines públicos, servicios recreativos y de descanso, la escuela, la iglesia y una posta médica.

Hoy muchas de estas casas de madera, siguen en pie, dándoles un toque de gracia y simpatía a los pueblos y ciudades del interior de la isla, a pesar de los estragos del tiempo, los huracanes y las implacables termitas.