Este 2025 podría dejar una temporada de huracanes histórica y desafiante

La temporada de huracanes en el Atlántico para el año 2025 se anuncia como una de las más activas en décadas, según las proyecciones de expertos meteorológicos. Con un período oficial que abarca del 1 de junio al 30 de noviembre, los pronósticos indican una actividad ciclónica muy por encima del promedio, lo que ha encendido las alertas en el Caribe y otras regiones vulnerables.
Los datos revelan que podrían formarse al menos 17 tormentas con nombre, de las cuales nueve alcanzarían la categoría de huracanes, y cuatro de ellos llegarían a ser de categoría mayor, es decir, con vientos superiores a 178 km/h (categoría 3 o más en la escala Saffir-Simpson). Estas cifras superan los registros históricos de las últimas tres décadas, lo que ha llevado a autoridades y comunidades a acelerar los preparativos ante posibles impactos.
Detrás de este escenario se encuentran condiciones oceánicas y atmosféricas particulares. Las aguas del Atlántico, especialmente en su zona tropical y central, presentan temperaturas inusualmente altas, un caldo de cultivo ideal para el desarrollo de ciclones. A esto se suma la probable transición a una fase neutral del fenómeno ENSO en el Pacífico, lo que tradicionalmente reduce la cizalladura del viento en el Atlántico y favorece la formación de tormentas más organizadas y potentes.
El Caribe, una de las regiones más expuestas por su ubicación geográfica y alta concentración poblacional en zonas costeras, enfrenta un riesgo elevado. Los modelos indican un 56% de probabilidad de que al menos un huracán de gran intensidad afecte directamente el área. Otras zonas, como el sureste de Estados Unidos, también están en la mira de posibles impactos.
Ante este panorama, gobiernos y organismos de protección civil ya han iniciado campañas de preparación. Las recomendaciones a la población incluyen mantenerse informados a través de fuentes oficiales, preparar kits de emergencia, revisar rutas de evacuación y reforzar viviendas. El mensaje es claro: aunque no se pueden evitar estos fenómenos naturales, una adecuada preparación puede marcar la diferencia entre el caos y la resiliencia.