Aviones en la Carretera
Texto y fotos: Rolando Pujol
Desde 1942 y hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la industria norteamericana del automóvil paralizó la fabricación de coches para el mercado, dedicando todo su esfuerzo a la fabricación de armamentos y la producción a gran escala de vehículos militares. Al terminar la contienda en 1945, los Estados Unidos, que no libraron la guerra en su territorio, llegaron al final con sus capacidades industriales intactas y fortalecidas.
Gracias a las “vacas gordas” post bélicas, los norteamericanos comenzaron a disfrutar de una prosperidad nunca antes vista, lo que le permitió a muchos materializar a corto plazo los paradigmas del “Sueño Americano”, entre ellos, y quizás el más importante entonces, comprarse un auto.
Explorando nuevos derroteros en la construcción de automóviles, para llevarse una buena tajada en el mercado, los ingenieros y diseñadores apelaron a algunos resortes emocionales establecidos en la conciencia colectiva del norteamericano promedio por la propaganda de guerra.
La aviación de caza, romántica y legendaria, se convierte en el referente principal en el diseño de la nueva generación de autos. “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos…” rememoraban los veteranos que presenciaron en el frente los encarnizados dogfights librados por los pilotos de caza en los cielos de Europa y el Pacífico. Grandes, potentes y veloces, como aviones, serían los nuevos coches para que sus dueños vivieran la experiencia del triunfo.
Los bajos precios de la gasolina y la excelente red de carreteras, legado del New Deal de Roosevelt, que atravesaban el país de este a oeste, también se consideraron como un incentivo para la fabricación de máquinas poderosas, símbolos de prosperidad y libertad individual.
Se estima que el legendario caza P-51 Mustang, con su fuselaje plateado y elegante, fue el que más influenció el diseño de muchos de los modelos de autos de la década del cincuenta del pasado siglo. El P-51, fue un cazabombardero monomotor, potente, bien artillado y, sobre todo, hermoso en su diseño muy admirado hasta el día de hoy.
Los grandes coches que comenzaron a salir de las cadenas de montaje de la Ford, General Motors y de otros fabricantes, empezaron a distinguirse por sus formas aerodinámicas, faros con alerones, ornamentos niquelados que parecen tallados por el viento, amplios parabrisas con visión panorámica, no sólo hacia la carretera, sino también al cielo, interiores confortables y protegidos, que recordaban la cabina de una aeronave, entre otras imaginerías de evidente inspiración aeronáutica.
Con la llegada al mercado de los grandes coches, comienza la Guerra Fría y el P-51 Mustang, vuelve a ganar notoriedad, al combatir en la Guerra de Corea.
Los “aviones de carretera”, fueron importados a Cuba, en todos sus formatos y marcas, al poco tiempo de salir de las fábricas. Al llegar aquí, algunos modelos perdieron su denominación de origen, para pasar a llamarse con el genérico nombre de “colas de pato”, por los alerones en que estaban montadas sus luces traseras, que recordaban la retaguardia de un ánade.
Revalorizados hoy como autos clásicos, los “colas de pato”, esperan por tiempos mejores, para volver a llevar de paseo a los rumbosos turistas, por las calles de La Habana.