Festival Latinoamericano en Cuba exacerba pasión por el cine

El 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano apuntó directo a la diana con la proyección en su ceremonia inaugural del filme argentino Relatos Salvajes, que no ha pasado desapercibido en casi ningún certamen del planeta.
Cinéfilos y medios de prensa saborearon en La Habana el placer del descontrol producido por la película de Damián Szifrón, recién elegida por la revista estadounidense Time entre las 10 mejores del año y poderosa candidata al Óscar y al Goya.
El nombre de la cinta no alardea ni en guión ni en atributos pues cada uno de sus seis relatos expone la agresividad desatada a consecuencia del traspaso de ciertos límites humanos y cada componente: actuación, fotografía, dirección, sonido, montaje, edición, conspira con maestría para mayor impacto y en función de hacer agradable, incluso con toques de humor, la presentación de los problemas y desenlaces.
La ópera prima de la realizadora cubana Marilyn Solaya, Vestido de novia, suscitó numerosas interrogantes sobre la relación entre amor y género y volvió a colocar sobre planos estelares a los actores Laura de la Uz, Isabel Santos y Luis Alberto García.
El filme invitó también al análisis de las consecuencias de los prejuicios sociales, con una prueba irrefutable de los daños psicológicos y físicos de la intolerancia.
Mientras la puesta de Conducta, de Ernesto Daranas, provocó suspiros por su guión tan involucrado en el drama social de la Cuba contemporánea, y respaldado por una dramática fotografía de Alejandro Pérez y actuaciones loables de Alina Rodríguez y el adolescente Armando Valdés, entre otros detalles.
El cineasta italiano Roberto Salinas regaló a este Festival el estreno mundial de su documental El problemático, inspirado en la vida del sacerdote nicaragüense Miguel D'Escoto, ex canciller de su país y ex presidente de Naciones Unidas (2008-2009).
Salinas muestra en 83 minutos de documental qué sucedió durante todo un año detrás de la escena en las Naciones Unidas, un ente al que ningún otro funcionario había dado acceso pero “un problemático” como d’Escoto no temió enseñar la realidad.
El laureado actor y productor puertorriqueño Benicio del Toro recibió un Premio Coral Honorífico, concedido por el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, minutos antes del estreno en Cuba de Escobar, paraíso perdido, el más reciente trabajo del intérprete.
Como en otras cintas, aquí Del Toro pone los pelos de punta a cualquiera por su convincente caracterización del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, a quien apodaban el Zar de la cocaína y a costa de un montón de ilegalidades llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo en la década de 1980.
Del Toro asumió el papel con el profesionalismo que lo caracteriza y la misma seriedad puesta en Sospechosos habituales, Traffic, Sin City, Snatch y Che, el argentino, filmes por los cuales ganó popularidad y numerosos premios. Los aplausos para el actor en el habanero cine Yara estallaron en más de una ocasión para agasajar a este boricua que aseguró literalmente tener en esta isla un familión.
Por su parte, la embajada de Japón en Cuba celebró los 400 años de amistad entre ambas naciones con la exhibición de seis filmes de animación japonesa en cines de La Habana como parte de la programación del Festival.
El apartado Otras latitudes reunió un conjunto de muestras de Alemania, España, Estados Unidos, Canadá e Italia. Representantes de cada país presentaron en esta cita muestras de gran eficacia estética y estructural.
Además, el Festival rindió homenaje a uno de sus fundadores, el escritor Gabriel García Márquez, con la proyección de varios documentales relacionados con la vida del que fuera el primer presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, entre ellos, Buscando al Gabo, La escritura embrujada y cuentos detrás de la soledad, de realizadores de Colombia, Francia, Italia y Estados Unidos.
Durante 10 días de evento, se presentaron unos 40 libros y los cines de la capital se turnaron a diario 116 películas en concurso, más otras fuera de certamen en distintos horarios del día, desde la mañana hasta la medianoche. Críticos y realizadores audiovisuales compartieron un seminario teórico sobre las series de televisión, un género muy exitoso en la actualidad que debe mucho al cine y la telenovela. Guionistas y productores ofrecieron detalles de algunos procesos creativos y propusieron caminos o alternativas para el futuro cada vez más mixto del audiovisual.
Sería justo reconocer que este Festival Internacional rescató en Cuba una pasión rara en tiempos de desarrollo tecnológico suficiente como para permitirnos ver una película en buena calidad sin salir de casa. La edición 36 del evento colmó los cines de la capital cubana con diversas y excelentes ofertas. Y si algo dejó claro fue un buen año para la cinematografía cubana. Las colas alrededor de las propuestas nacionales recuperaron ingredientes de antaño, cuando la única posibilidad de disfrutar ciertos filmes era yendo al cine.
Conducta, Vestido de novia, Fátima o el Parque de la Fraternidad y La pared de las palabras, generaron atropellamientos, colas de más de tres horas y 300 metros, incluso acapararon los votos de la popularidad por encima de propuestas muy impactantes como Relatos Salvajes.
La cinta del argentino Damián Szifrón puso alto el listón desde la gala inaugural e hizo historia en el país caribeño al convertirse en la primera proyección pública de cine digital, según la norma internacional.
Filmes como Güeros; de México, Refugiado; de Argentina; Polonia; Colombia; Francia y Alemania, El regreso; de Venezuela, expusieron problemas latentes en el continente con historias muy interesantes.
Pero incluso los premios colaterales sucumbieron a la fiebre chovinista al recaer la mayoría en obras locales. Solo Conducta conquistó cinco, seguido por Vestido de novia y La pared de las palabras, cada uno con tres.
De los documentales premiados, dos son cubanos y a las pocas horas hasta el desabrido Meñique, que no puede compararse con ninguna de las producciones anteriores, obtuvo el Premio a Mejor Película de animación.
Conducta, de Ernesto Daranas, ganó el Coral a mejor largometraje de ficción, el premio Signis y su protagonista Armando Valdés, se alzó con el Coral a Mejor Actuación Masculina, por encima de gigantes como Darío Grandinetti, Ricardo Darín y Oscar Martínez, por solo mirar fuera del patio.
Otros galardonados fueron la opera prima de Marilyn Solaya, Vestido de novia (Premio del Público), Refugiado (Fotografía), La tercera orilla (Guión), Relatos Salvajes (Dirección y Edición) y Praia do futuro (Música original y Sonido).
Amén de los excesos nacionalistas en las premiaciones, el Festival merece aplausos por haber devuelto a los cines el aura de espacio de confluencia de familias y amigos, simpatías y solidaridades, de la mano de fierezas que aparecen solo ante un alto nivel de seducción.