Disfrutar la ciudad marinera

alina
10 June 2014 10:11am
Disfrutar la ciudad marinera

El litoral habanero de la llamada ciudad tradicional conforma un inigualable espacio de diálogo con el ambiente marinero de La Habana. El otrora Puerto de Carenas, una bahía de bolsa cuyas condiciones concedieron a la capital de Cuba el título de Llave del Golfo, devino punto de partida ideal para la Flota de Indias o del Tesoro Español que,  abundada de riquezas, viajaba en convoy hacia la península ibérica.

Pobladores y forasteros asisten al resurgir del esplendor marinero de una urbe cuya modernidad recrea a cada paso su añosa historia. A lo largo del Malecón - una suerte de balcón de cara al mar -, se disfruta del itinerario náutico hacia La Habana Vieja donde la obra restauradora emprendida por la Oficina del Historiador, refuncionaliza la zona antigua y concede alto valor turístico y cultural a los espacios públicos.

Con el traslado 45 kilómetros al oeste  de La Habana de la actividad portuario-industrial prevista para la zona especial de desarrollo del mega-puerto del Mariel, los centros de ocio, recreo, actividad náutica y comercio inundarán el área costanera. 

•          Al ingresar en el centro histórico, una suerte de gigantesco cubo de metal y vidrio sorprende al visitante, en contemporáneo contraste con el entorno colonial. “La más oculta de las obras ingenieras y tal vez la más desconocida de las siete maravillas” de la ingeniería cubana, al decir de la historiadora Yamira Rodríguez Marcano, se inauguró en 1912 con el fin de filtrar los residuos albañales de la ciudad y hacerlas desaguar más allá de la habanera bahía de bolsa, en aguas del Atlántico. El enmascaramiento de la cámara de rejas del alcantarillado es una obra sin precedentes en Cuba desde el punto de vista estético y formal. Un paseo peatonal arbolado nos permite acceder a esa joya arquitectónica que invita al disfrute de una vista superior del proceso de saneamiento. A la caída de la tarde, se torna una caja de luz distintiva ya del entorno nocturno capitalino, tanto como el faro del Morro.

•          La vida portuaria desde hace más de un siglo dotó a la bahía habanera de recios espigones y muelles que perduran hasta nuestros días dadas sus resistentes estructuras. Los antiguos Almacenes de Depósito San José, cuya armazón metálica puede compararse a la de la Torre Eiffel pero tendida sobre el suelo, han sido restaurados y son hoy el escenario donde decenas de artesanas y artesanos exhiben y venden sus productos cubanos, souvenirs de alta calidad bien codiciados por los forasteros que visitan La Habana.

•          Para acopiar la madera y el tabaco antes de partir al viejo continente, surgió otra inmensa nave acerada que se ha convertido en uno de las más atractivas ofertas de cara al puerto. Recuperada, posee en su interior una fábrica de cervezas con tecnología austríaca, para producir diariamente diez hectolitros de la refrescante bebida. 500 consumidores pueden satisfacer sus demandas gastronómicas y  del fresco producto que atempera las cálidas temperaturas del clima tropical. A la vez, la amplia oferta gastronómica de recetas típicas como la gran chuleta de cerdo a la cerveza y la grillada de frutos del mar, completa el conjunto de esta suerte de parador donde disfrutar de la ciudad marinera en todo su esplendor.

•          El Proyecto de Reanimación de la Avenida del Puerto habanero que conduce la Oficina del Historiador, recibió en el año 2009 el premio “Gubbio”. Se concentra en la Avenida del Puerto, en la franja desde el Muelle de Caballería hasta los mencionados Almacenes San José, donde se ubicaban antiguos edificios de la Aduana y el Emboque de Luz. Las terminales de cruceros, los puntos de salida de las lanchas que cruzan al otro lado de la ciudad, los espacios abiertos a la bahía y una variedad de espigones flotantes donde se animará el entorno con el arte local, conceden a esa zona de la urbe un encanto irresistible, en ese diálogo perenne entre tradición y modernidad.

•          El eje de la Avenida del Puerto nos lleva en un punto hacia la calle Prado, cuyo paseo de los leones, con sus granitos brillosos y sus luminarias antiguas, nos es un paseo arbolado de lujo para la Habana. La brisa marina induce al peatón a recorrer un camino pleno de restaurantes, casonas antiguas habitadas y en uso como hostales, hoteles de alto estándar como el Parque Central, el ACCOR Sevilla y el Saratoga, a los cuales se unirá en breve el que se instalará en la recuperada Manzana de Gómez. Justo frente a esta futura oferta hotelera, se levanta majestuoso el otrora Centro Asturiano, uno de los tres edificios del Museo de Bellas Artes de Cuba donde abundan las colecciones de obras de arte provenientes del antiguo Egipto, Roma, Grecia… y las escuelas pictóricas universales más notables.

•          Y si se avanza un poco más, luego de disfrutar los encantos del añejo hotel Inglaterra y el Gran Teatro de La Habana, sede del Ballet Nacional de Cuba, se presenta ante nuestros ojos asombrados la cúpula revestida de andamios del Capitolio Nacional (1929), donde van cobrando brillo los bronces bruñidos, aparece con toda su hermosura el decorado en yesería y se lustran las piedras de Capellanía que conforman paredes y decorados. El ir y venir de constructores y maestros restauradores nos anuncia la futura reapertura del emblemático edificio. Sobre sus marmolados pisos transitarán visitantes de todos los sitios del mundo, admirados del boato de obras pictóricas, esculturas, lámparas originales, relojes añejos marcando la hora moderna… y en sus salones se discutirán y tomarán muchas de las decisiones para la Cuba futura cuando regrese a ellos la actividad parlamentaria del país.

•          Uno de los grandes sueños de quienes peinan canas en la capital de Cuba, fue devolverle el esplendor al Teatro Martí, otrora apellidado Irioja, inaugurado en 1884. Con su clásica estructura a la italiana y su distribución en herradura, el denominado teatro de las Cien Puertas, podía albergar a 2 500 espectadores. Meca de la zarzuela y el vernáculo cubano, reaparece hoy en toda su magnificencia esta joya arquitectónica donde disfrutar de una representación teatral que no se desentiende de las bondades tecnológicas contemporáneas, al tiempo que nos construye la ilusión de estar revisitando el pasado.

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