¿Quién fue el primer turista cubano?

alina
17 October 2014 7:14pm
¿Quién fue el primer turista cubano?

Alegoría, leyenda o realidad, algunas narraciones pudieran muy bien determinar que un pirata fue el primer turista cubano, si se tiene en cuenta sus recorridos y conocimiento de diversas zonas que hoy se incluyen en el mapa recreativo americano.

Una interesante historia vincula al pirata Diego Grillo con el turismo, una especie de símbolo o imaginación de los estudiosos para darle toque de leyenda a los viajes por el Caribe.

Con facilidad para los idiomas, para relacionarse con las personas y, sobre todo, con sus superiores, Grillo supo aprovechar su época y conectarse con un mundo agresivo para sacarle el mejor provecho.

"La suerte es loca y a cualquiera toca". Este viejo proverbio difundido entre los caribeños apunta de muy buena forma a quienes de repente se colocan en la lista de récords, como parece ser el caso del mestizo Diego Grillo, a todas luces el primer turista cubano.

Especulación o realidad, el criollo significa para muchos estudiosos y periodistas la primera persona de esta isla dedicada a recorrer los mares del Caribe, visitar ciudades, conocer gente distinta... aunque no mediante una empresa turoperadora, sino como pirata.

Fernando G. Campoamor, un reconocido publicista cubano, ya fallecido, dedicó más de un espacio al tema, aludiendo a referencias del historiador Don Saturnino Ullivarri, autor del libro Piratas y Corsarios en Cuba publicado en La Habana en 1931.

Otras pistas sobre las andanzas de Grillo se descubren en el Archivo Colonial Jamaicano de Spanish Town, o en el Colegio Haitiano de Saint Louis Gonzague (Port-Au-Prince).

Grillo tenía 13 años cuando escapó de la casa donde vivía en la entonces Habana Intramuros, huyendo de los desmanes de sus padres y posteriormente del abuso de sus tutores.

Hijo de militar español y negra esclava, su partida de nacimiento la ubican los estudiosos alrededor de 1603, época en la cual tomaba auge la trata negrera, cuyo origen estaba en costas occidentales africanas y el destino en tierras del llamado Nuevo Mundo, en especial Cuba.

Avispado y necesitado de una manutención, el pequeño Grillo sé movió como pudo por calles y caserones con el fin de buscar algún trabajo, o alguien quien corriera con sus gastos, misión sumamente difícil en una época donde el negro era considerado poco menos que un animal.

No se explica como sorteó estas dificultades, pero es muy probable que embarcara de polizón en uno de los numerosos buques que por ese tiempo llegaban a la rada capitalina o, tal vez, alguien le garantizara trabajo en un bajel por la comida y un espacio en el maderamen para dormir.

Las siguientes versiones en torno a sus andanzas lo sitúan a partir de su nexo con el pirata holandés Cornelius C. Jols, conocido con el epíteto de "Pata de palo", aunque ese mismo apelativo también lo ostentaba el francés Francois Le Clerq. Los indicios apuntan más bien al primero como el benefactor de Grillo.

Tantos datos inconexos tienen su mejor coincidencia en las declaraciones de Nuno Da Silva, el piloto portugués de uno de los barcos del británico Francis Drake, otro temido pirata.

El aseguraba recordar a un negro nombrado Diego, capitán, quien hablaba castellano e inglés y era muy estimado por el resto de los marineros debido a su temple y valor.

Da Silva había sido capturado por las autoridades hispanas en México y ante el interrogatorio apareció la mención del mulato, a quien se le adjudicaban varias piraterías sobre todo en el Mar Caribe y el resto de América.

Sucede entonces que los historiadores y algunos periodistas, ni cortos ni perezosos, consideran la visita de Grillo a Campeche, Veracruz, México, Nicaragua, Chile y Perú, como un recorrido, digamos, turístico.

Le señalan como el primer cubano en salir de esta tierra para visitar otro puntos circundantes. Es bueno tener en cuenta que la nacionalidad en Cuba aparece después de 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes liberó a sus esclavos para que pelearan en la primera guerra de independencia contra España.

Por lo tanto, la designación de Grillo es más bien fruto de la imaginación de Campoamor, aunque en materia de gira por el área pudiera decirse que fue efectivamente  El Primer Turista Cubano.

El único dibujo a línea de Diego Grillo lo realizó el biógrafo mexicano Héctor Pérez Martínez, dedicado en una parte de su vida a estudiar la piratería en Campeche.

Por cierto, todas esas versiones confluyen al punto de declarar que muchos de los sitios de América nombrados Diego pueden ser perfectamente reconocimientos populares a las piraterías del mulato, o una oda al futuro del turismo. ¿No le parece?

En la actualidad, cuando el Caribe constituye un importante destino de recreo para europeos y viajeros de todas partes, aún estas leyendas, un tanto olvidadas, constituyen condimento propicio para el atractivo de la región.

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