Tomás Diez, el joven venezolano que pasó por Cuba y hoy dirige un Fab Lab en Barcelona

Alina Tiel
30 April 2019 2:21pm
Tomás Diez, el joven venezolano que pasó por Cuba y hoy dirige un Fab Lab en Barcelona

Uno de los acontecimientos más importantes y esperados de la segunda edición de PACGRAF, fue la visita de Tomás Diez Ladera, quien, según me habían anunciado, es considerado uno de los “gurús” de la impresión 3D a nivel mundial. Desde el primer momento los organizadores del evento me habían pedido que estuviera atenta a esto y que, por favor, lo entrevistara.

Vea aquí la Conferencia Magistral impartida en PACGRAF

Dos días después de estar imbuida en las jornadas del evento, llegó Tomás, y tal fue el aleteo de los presentes, que además de darme cuenta que algo grande sucedía, volvieron a alertarme de que no dejara de reportar el acontecimiento. Así que también corrí a la sala de conferencias, alisté mis herramientas periodísticas y me dispuse a escuchar una intervención sobre esta innovación tecnológica, de la cual, confieso, no tenía ninguna expectativa personal.

Dos minutos después, mis oídos y mis manos no me alcanzaban para grabar, escribir, postear en Facebook y Twitter y tirar fotos al famoso Tomás, quien accedió (y subrayo) dulcemente a conversar con Excelencias News Cuba.

A ver Tomás, te voy a tutear, no puedo hacer otra cosa (se ríe), cuando vi tu imagen me sorprendí muchísimo, porque con las referencias que tenía, de que íbamos a tener oportunidad de encontrarnos con uno de los gurús de la impresión 3D del mundo, pensé encontrarme una persona mayor y además española. Entonces, cuéntame, cómo fue que llegó un joven venezolano a dirigir una entidad tan famosa e importante como el Fab Lab de Barcelona.

Fue una serie de casualidades, que pasan por haber estudiado urbanismo en Caracas y hacer el último año de carrera en Barcelona y llegué al Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña en el momento justo, cuando empezaba el Fab Lab Barcelona y me tocó a mí empezarlo, fui parte de ponerlo en marcha y luego también de construir esta visión, no solamente en Barcelona, sino también colaborando con esta red de otros laboratorios a nivel global, entonces ¿qué te puedo decir?, ¿cómo se llega a este tipo de cosas?, pues por el destino y lo otro es mucho trabajo también, mucho interés, pasión y las ganas de hacer que las cosas funciones de una forma diferente, sobre todo.

Por otro lado, empezar a ver de una forma diferente la tecnología, pero bueno, la tecnología sin nada, sin contenido no hace nada, o sea, usar la tecnología para poder imaginarnos cómo las ciudades se reorganizan, cómo los mecanismos de dependencia que genera tal o cual modelo productivo, pues se puede romper.

Cuéntame de tu paso por Cuba, del pedacito de Cuba que hay en ti.

Pasé por Cuba en el año 2004, fui parte de un programa de intercambio entre el gobierno cubano y el venezolano, pues se estaba generando este grupo de luchadores sociales que se llamaba el Frente Francisco de Miranda y fui parte de ese grupo de estudio.

Estuvimos en Cojímar con un montón de venezolanos, creo que se graduaron unos 5 mil o más, que vinimos a aprender cómo activar las comunidades y aprender de la experiencia cubana.

Fue muy interesante para mí eso, porque fue una manera de conectarme más con Venezuela, por un lado, y aprender también otra versión de la historia que nos acostumbran a escuchar y se estableció ese vínculo. Nada estas cosas pasan porque tienen que pasar.

Porque tienen que pasar y porque existe gente como tú. Ustedes no solo llevan a cabo un proyecto de desarrollo tecnológico grandísimo con vistas al futuro, sino que ustedes llevan una línea dirigida a mejorar la sociedad, a mejorar las comunidades. Cómo funciona esto, porque mucha gente se dedica a la tecnología, pero no mucha gente liga la tecnología con el desarrollo de las comunidades.

Es fácil dejarse llevar por el atractivo que tiene la tecnología, esa cosa mágica y convertir el proyecto en algo “tecnocentrista”, que a veces nos tachan de serlo un poquito y por eso, este trabajo también que hago, que al final represento a cientos de personas que están jugando su parte en cada uno de estos punticos donde hay un Fab Lab en el mundo, pues está en que no solamente la máquina o la computadora o el circuito funcione bien, sino también que se conecte con la sociedad, entonces, yo creo que uno de los retos que tienen los Fab Lab es no encerrarse en sus paredes, sino derrumbarlas y conectarse con el entorno local.

Siendo autocríticos, lo que pasa es que los Fab Lab, en su mayoría funcionan bastante bien en su entorno propio, luego funcionan bastante bien a nivel de red global y luego hacer conexión con el contexto, que es algo que es menos común, vale, hay Fab Lab que cada vez más están presionando para que no solamente sea una comunidad de estudiantes, sino con el barrio, por ejemplo.

Es menos común, pero se está haciendo cada vez más frecuente, entonces ese es el trabajo nuestro, no solamente que los Fab Lab sean el proyecto, sino hacer los Fab Lab en producción, hacer que las ciudades sean productivas y que la dimensión del proyecto trascienda la tecnología.

Cada cual según sus propias necesidades y sus propios recursos.

Claro, aumentar la resiliencia de las personas, que van desde catástrofes naturales, problemas médicos, gente que no encaja en el modelo productivo de algún lugar, o sea, hay contextos como en Barcelona donde un chico joven que no fue a la universidad el futuro que tiene es ser camarero, entonces vamos a pensar que no solamente existe un camino para él, por ejemplo en el Fab Lab Academy no tenemos requerimientos para criterios de si tienes un diploma o no tienes un diploma, sino qué es lo que quieres hacer y cuánto quieres aprender, entonces empecé a romper con estos esquemas y no solamente como una manera de levantar una bandera y decir un discurso y dar una conferencia, sino hacer los programas, desarrollarlos, trabajar con la gente, enseñar, probar, equivocarse, que es lo que hace que esto se vaya construyendo poco a poco como les decía.

Yo lo he visto crecer, cuando empezamos habían 10 Fab Lab en el mundo, cuando abrimos el de Barcelona el 21 de marzo de 2007, ahora hay más de 1 700. Mi trabajo no existía cuando yo empecé, entonces ahora hay cientos de personas, pronto serán miles, que van a tener un trabajo que es diferente, y el trabajo no es que vas a una oficina de 9 a 5, a responder esto a hacer lo otro, no es un trabajo programado, sino que estas todo el día enseñando, resolviendo, comunicando, haciendo estrategias, siempre con ese propósito, de hacer que esto se vaya construyendo.

Creo que las generaciones nuevas quieren oportunidades para pensar en hacer las cosas diferentes y yo creo que este espacio es perfecto, el de hacer las cosas como un Fab Lab, o como le quieran llamar, un maker space o co working tecnológico… que permita que la gente joven sea capaz de inventar un mundo nuevo y probarlo también.

Bueno te voy a hacer una pregunta que no se si podrás responder, tu visión de la Cuba de ahora debe ser diferente a la de antes, cuando estuviste aquí estudiando, ya tienes más responsabilidad, más madurez y conocimientos, entonces, ¿cómo tú ves a Cuba insertada en este movimiento, en esto que tú haces?

Bueno la primera vez que vine no conocía los Fab Lab, había estudiado urbanismo, de hecho, paré la carrera un año para venir a hacer eso aquí. ¿Cómo ver a Cuba en esto? Veo oportunidades por todos lados, en cuanto salí del aeropuerto vimos a un joven a las once de la noche arreglando su carro, cambiándole cosas, HACIENDO, y lo ves por todos lados, ¿no? La innovación del alambrito, a veces lo vemos como algo terrible y yo creo que es súper potente y es un trabajo que como como mostré en la conferencia lo había hecho en Caracas, que es como llevar, por ejemplo, a Petare (Petare es una población venezolana, capital del Municipio Sucre del Estado Miranda), que es una de las barriadas más grandes de Latinoamérica, a este conocimiento, a esta idea del Fab Lab.

Entonces salían dos reflexiones: una que las capacidades y la mentalidad de innovación ya estaba, no había que inventarla, no es lo mismo que le llegues a la gente aburrida o a gente que está todo el tiempo resolviendo y por otro lado, había una alta aceptación tecnológica, la capacidad de absorber tecnología, hacerla parte de la vida, está ahí y yo la veo aquí también.

Ves el potencial.

Claro eso está ahí. ¿Cuáles son los riesgos? Y esto pasa en Barcelona también. Que la iniciativa se las apropie un solo actor, que puede ser tanto privado como público, o sea en Barcelona el gobierno ve algo que funciona y quiere hacer una versión publica y compite con el privado que tiene menos recursos y empieza una cosa desleal porque lo demás luego compite con mis impuestos, entonces, esto pasa en todos lados, el riesgo que yo veo es que se apropie un solo actor y que se deje de un lado a gente como los muchachos jóvenes, que son los que se van a  estudiar las cosas y van a hacer que esto funcione, hay un protagonismo que normalmente cuesta conseguir, que es de la gente del día a día y esto nos ha costado en otros sitios, pero no es imposible.

El caso del Fab Lab de Lima (Perú), que fue el primero de Latinoamérica, lo abrimos nosotros en colaboración con la Universidad Nacional de Ingeniería, y la Agencia de Cooperación Española y Desarrollo (AECID), que puso un dinero y con ese dinero nosotros hicimos un programa de selección de candidatos en paralelo en Lima y en Addis Abeba, de 80 candidatos seleccionamos 20 para hacer unos talleres, uno en Etiopía y otro en Perú y de esos 20 y 20 seleccionamos a dos y dos de cada país para venir a Barcelona y estudiar por un año y volver a Lima y a Addis Abeba para implementar.

En el caso de Lima se seleccionaron a los mejores y por unanimidad, se dijo: mira estas son las personas que tienen que ir porque son gente motivada, gente que tiene las ganas, etc. En Etiopía quisieron escoger a ciertas personas, por intereses de la universidad, del gobierno, y ahora comparas y Lima empezó, no solamente  a crear una red de Fab Lab en Perú, sino que son líderes de Latinoamérica, y ahora está una red latinoamericana de Fab Lab que se llama Fab Lat y en Addis Abeba se creó un Fab Lab en una universidad, que tienen unas máquinas y a lo mejor van diez estudiantes al año y entonces ahí hay que ver a dónde se quiere apostar, darle oportunidades a la gente joven, a los que de verdad construyen, no es tan trivial y no siempre es tan fácil, pero encontrar el liderazgo que sea capaz de ceder espacios y entender cuál es su rol no es imposible.

Gracias Tomás, ha sido un verdadero placer conocerte. Siempre da gusto ver cómo los jóvenes no solo sueñan con un mundo mejor, sino que lo construyen.

Tomás Diez es licenciado en Planificación Urbana por la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, máster en Arquitectura Avanzada en el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) y diplomado en fabricación digital por Fab Academy ofrecido por la red mundial de Fab Lab y el Centro de Bits y Átomos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). ?

El Fab Lab Barcelona es uno de los principales laboratorios de la red mundial de Fab Lab, talleres de fabricación e innovación a pequeña escala equipados con máquinas de fabricación digital y tecnologías para la producción de objetos, herramientas y aparatos electrónicos.

Los Fab Lab comenzaron como un proyecto de extensión del Centro de Bits y Átomos del MIT y se ha convertido en una red mundial de personas que investigan sobre la popularización de un nuevo modo de producción que afectará a todos los niveles de nuestra vida: desde el mundo profesional de la producción de diseño, arquitectura o industrial, a la esfera doméstica, con la introducción de la fabricación personal en nuestra vida cotidiana.

Tomás Diez, el joven venezolano que pasó por Cuba y hoy dirige un Fab Lab en Barcelona

 

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